El empresario tailandés Niity Pongkriangyos, propietario de una fábrica en la capital de Tailandia, Bangkok, le dio un empleo y un cuarto para dormir al, hasta entonces, habitante de la calle, conocido como Woralop. Esto se debe a una actitud de nobleza que tuvo este hombre, que el propio Niity afirmó que no la tendría.
Woralop encontró la billetera de Niity en la calle e, incluso sin dinero suficiente para alimentarse, entregó el objeto a la policía local. En la billetera, además de todos los documentos y tarjetas, tenía 571 dólares. A un diario del lugar, Nitty le afirmó:
“Si yo estuviera en aquella situación, sin dinero, probablemente, me habría quedado con la billetera. Pero él estaba en situación de calle, tenía solo algunas monedas, y aun así, la devolvió. Eso muestra que es una persona honesta.”
Al principio, Nitty pensó en darle Woralop el equivalente a 57 dólares como recompensa. Pero, le pareció más interesante ofrecerle un lugar para que el hombre duerma y contratarlo para un cargo en el cual recibirá aproximadamente 400 dólares por mes.
El empresario justificó su opción de contratar a Woralop afirmando que la actitud honesta del hombre le hizo tener confianza en él. Para el obispo Júlio Freitas, es exactamente de esa manera que la confianza nace, en las más diversas situaciones.
La confianza es imprescindible
“¿En qué raíces se basa la confianza? En las raíces de la honestidad, esa es la respuesta”, escribió el obispo en su blog. “La raíz es imprescindible para la planta, porque, además de fijar, ella absorbe del suelo los nutrientes necesarios para la supervivencia del vegetal. Así la confianza sobrevive, por medio de la honestidad. Una relación social o personal basada en la confianza es fuerte, bien alimentada y, sin dudas, de esta forma, no se derrumba con facilidad.”
Quien actúa honestamente, aunque no reciba una recompensa inmediata como Woralop, es capaz de construir relaciones sólidas. Ser una persona que transmite credibilidad es importante en todas las interacciones sociales.
“Con la fuerte desvalorización de valores y reglas sociales es difícil mantener la confianza. Imagínese una sociedad basada en la confianza. ¿Cómo sería? Con seguridad sería una sociedad más honesta, en la que las personas vivirían con más seguridad y placer”, destaca el obispo.
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