Observe si la situación es momentánea o si ya viene sufriendo ese mal
Tener ganas de quedarse en casa y no sentir ningún placer en enfrentar los quehaceres y las tareas propuestas cada día por la vida deberse no sólo a la sensación causada por el frío y los cambios climáticos; no tener entusiasmo de arreglarse, verse mejor y hasta con más disposición; no querer sonreírle a la vida ni a su prójimo, en fin, ¿usted está sintiéndose así? Esos son algunos síntomas que representan al desánimo y la desmotivación. “La mayoría de las personas incluso perciben cuando están desanimadas, pero, aún así, no hacen nada para cambiar, ni para sentirse mejor”, dice la psicóloga Érica Milfro.
Según la especialista, al notar el desánimo propio la persona necesita cuestionarse si esa sensación es momentánea o constante. “Normalmente, llegando al fin de la semana, debido a la rutina cansadora, el viaje en colectivo y las muchas horas de trabajo, la persona está cansada y sin ganas de salir, pero eso no es siempre, y después de una buena noche de sueño el cuerpo y la mente recuperan las energías”, explica. Ella incluso aclara que cuanto menos horas de sueño tenga, se pondrá peor su apariencia y fisonomía.
“Si el desánimo fuera algo claramente momentáneo, es es un problema fácil, siendo así, descanse lo más que pueda para recargar las energías que el cuerpo necesita. Caso contrario, busque alternativas para adaptarse mejor a su rutina diaria. Muchas veces, el hecho de no realizar actividades además del trabajo, hace los días más cansadores. Por eso, busque hacer ejercicio físico por la mañana o la noche, o elija cualquier otra actividad que haga la semana más productiva”, sugiere Érika.
De acuerdo con la psicóloga, hay casos que comienzan a agravarse con el correr de los días y pueden llevar a la depresión. “Nada en exceso hace bien, principalmente en estas situaciones en que la persona no quiere luchar contra lo que le hace mal. Si el desánimo persiste más de lo normal (lo que varía en cada persona, pero normalmente después de los tres primeros meses) busque ayuda en alguien cercano, preguntándole si ha notado algo extraño, pero más especialmente en un especialista que pueda ayudarlo a sentirse mejor.
Alguien que venció
Mara Freire Motta, ama de casa, de 54 años, se sintió triste después de dejar de trabajar. “Siempre tuve una vida profesional y social muy agitada, no paraba de hacer las cosas, hasta que me retiré y comencé a estar en casa. Al principio noté un cambio brusco de humor y hasta de ánimo, pero pensé que sería solo durante el período de adaptación, pero no fue así”, recuerda.
Según Mara, ella comenzó a deprimirse después de haber suspendido sus costumbres. “Cuando mi esposo notó que el desánimo se había vuelto una enfermedad, me pidió que buscara ayuda y así hice. El tratamiento con la especialista me ayudó y hoy me siento útil, ocupo mi tiempo con trabajos manuales, cuido a mis nietos, hago actividades físicas y, así, aprovecho más la vida”, finaliza.