Muchas obreras han tenido dificultades para conciliar el matrimonio y la obra de Dios. Ese conflicto es mayor incluso para aquellas que lidian con un marido no convertido. Para ayudarlas, la escritora Tania Rubim da algunas orientaciones sobre cómo enfrentar esa situación:
“Yo sé que el placer de la persona que sirve a Dios es estar en la iglesia. Sin embargo, si usted no actúa con sabiduría, nunca podrá ganar a su marido incrédulo para el Señor Jesús. Usted que enfrenta una situación de ese tipo no puede ir a la iglesia todos los días, dejando a su esposo solo en casa (a no ser que usted vaya mientras él está trabajando).
Muchas obreras han hecho eso y han provocado muchísimos problemas en su matrimonio, alegando siempre que los maridos no son de la fe y, por eso, no las entienden y quieren estorbar su vida espiritual.
Eso puede suceder, pero usted como mujer de Dios debe dar buen testimonio y mostrar que también se preocupa por él.
Quizás todavía no logró llevar a su marido a la iglesia porque él no ha visto un buen testimonio en usted. Lo deja solo todas las noches, quizás no prepara su comida ni cuida bien sus cosas, por ejemplo.
Por eso, no hay tiempo para dialogar ni darse atención el uno al otro, lo que ha enfriado su matrimonio provocando discusiones.
Otra cosa que usted debe pensar es en el domingo. Claro que las primicias son de Dios y por la mañana usted debe buscar a su Señor Jesús. Pero, ¿y el resto del día?
¿Se queda los domingos todo el día en la iglesia y lo deja a su esposo almorzar solo? ¿Cree que eso es justo y que agrada a Dios? Claro que no. Usted tiene que ser una esposa sabia y equilibrada, teniendo conciencia de que no hacemos la obra de Dios solo cuando estamos en la iglesia, sino, también, dentro de nuestra casa.
Quizás usted afirme: “He sido una obrera dedicada y ejemplar en la iglesia”. Yo creo eso, sin embargo, ¿en su casa usted ha sido así también?
Claro que cuando juntos hacen la obra y están en la misma fe hay más libertad para estar en la iglesia, pues el marido estará allá junto con su esposa. De lo contrario, la mujer tendrá que hacer ciertos sacrificios.
Una cosita más: si su esposo no es obrero, pero va a la iglesia y usted también ha actuado de esta forma, pensando así “él me entiende, pues es de la fe”, aun así está equivocada.
Usted debe atender a su marido y no dejarlo abandonado y solo todo el día. Si fuera al revés, ¿le gustaría?
“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.” 1 Pedro 3:1-2
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