En Su Palabra, Dios nos hace una de sus promesas más bellas:
“…y os daré pastores según Mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia.” (Jeremías 3:15)
Dios promete darnos pastores según Su corazón, y que nos apacienten con conocimiento e inteligencia. Dios no aprueba a los pastores que trabajan con sentimiento, con emoción, con displicencia. Dios trabaja con el intelecto, con inteligencia, con el conocimiento. Cuando nos referimos a la fe inteligente, nos estamos refiriendo a una fe que no está comprometida con la emoción. Una fe cuya existencia se comprueba con el sacrificio, y es él que demuestra la verdadera fe.
Al pasar con Sus discípulos por un determinado lugar, Jesús vio a un ciego de nacimiento, y luego los discípulos Le preguntaron si la ceguera de ese hombre habría sido el resultado de un pecado que él había cometido o por un pecado de sus padres, a lo que Él respondió:
“No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” (Juan 9:3)
Entonces Jesús escupió en la tierra, e hizo un lodo que lo aplicó en los ojos del ciego, pero aun así él no fue curado de inmediato. Solamente después de que el ciego hizo su parte, es decir, el sacrificio de salir del lugar en el que se encontraba y moverse, incluso sin ver, hasta llegar al estanque, fue lo que hizo que el milagro sucediera. ¿Quién lo curó? ¿La saliva de Jesús? ¿El lodo? ¿El agua del estanque? No. Fue la fe sacrificial que él manifestó al obedecer la Palabra de Jesús.
La fe que llama la atención de Dios
Por lo tanto, si usted quiere una respuesta de Dios, tiene que manifestar su fe acompañada de sacrificio. La fe que no está acompañada de sacrificio es infructífera, y prueba de esto es la gran cantidad de creyentes fracasados. Ellos manifiestan una creencia en Dios, pero la fe no está acompañada de sacrificio. Creen en el Señor Jesús, pero ellos y sus hogares son un desastre, porque la fe que tienen no está acompañada de sacrificio, porque la fe sin sacrificio no funciona y nunca funcionó. Si el propio Dios tuvo que sacrificar para demostrar la fe, ¿cómo usted no va a sacrificar para probar que cree en Sus promesas?
Es por la fe que somos salvos, pero esta fe es acompañada de sacrificio, de dejar nuestra voluntad, de obedecer a Dios, a Su Palabra. Es Dios quien pone en nosotros tanto el querer como el realizar. Cuando hablamos de fe, es Dios quien la coloca en nosotros. Pero no es una fe emocional, sensitiva la que nos hará tomar posesión de Sus promesas. Solo cuando obedecemos hay un respuesta de Dios.
El punto de encuentro con Dios
El Altar es el punto de encuentro con Dios. Es el lugar donde usted resuelve aquel problema, donde usted tiene un encuentro con Dios, donde manifiesta su fe. Cuando Él creó el Altar fue para que el hombre volviera a encontrarse con Él. Pero, para eso, el hombre debe presentarse con sacrificio, con sinceridad. Él tiene que subir al Altar con todas sus fuerzas, con todo su entendimiento y con toda su fe, porque es ese el tipo de sacrificio que Dios quiere de cada uno de nosotros.
La Hoguera Santa de Gedeón es la oportunidad para manifestar esa fe que agrada a Dios. De quedar en Su dependencia y ver que Él transforma lo imposible en algo real en su vida.
Si quiere formar parte de este movimiento de fe, participe aún hoy de una reunión en una Universal más cercana a usted, vea las direcciones aquí [related_posts limit=”15″]