Usted puede ser una fuente de vida. Pero ¿cómo Dios puede hacer de una persona débil, enferma o afligida una fuente? Eso es posible cuando la persona recibe el Espíritu Santo. Jesús dijo: “Aquel que beba del agua que Yo le daré, que es el Espíritu Santo, esa agua se convertirá en él en una fuente” (Juan 4:14).
Cuando el Espíritu de Dios desciende sobre una persona, sea quien sea, Él la hace una nueva criatura. Quien tiene el Espíritu Santo cree para ver. Quien no tiene el Espíritu Santo tiene que ver para creer. Es decir, cuando la persona no Lo tiene, decide todas las cosas en su vida por lo que ve, por lo que siente. Pero, cuando la persona Lo tiene, cree en la respuesta de Dios, independientemente de lo que está sucediendo alrededor. Mira solamente al Autor y Consumador de la fe.
¿Y cómo mirar a alguien invisible? Eso solo es posible para quien tiene ojos espirituales, que son aquellos que nacieron del Espíritu Santo. Esas personas se enfocan en la Palabra de Dios. Buscan respuestas para sus necesidades en las Promesas del Altísimo.
Por lo tanto, en vez de estar mirando a los hombres, a las religiones, a las personas, mantenga sus ojos fijos en Dios. Practique su fe de forma inteligente, sin emoción, sin sensacionalismo, sin dar oídos a las voces de este mundo. Oiga solo Su Palabra. Léala y medite en ella. Esa Palabra se cumple en la vida de quien cree.
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