Descuidar la interacción con los demás puede alejar a las personas que más te importan. Comprendé la importancia de fortalecer tus relaciones.
¿Alguna vez te pusiste a pensar que tal vez sos más amable con desconocidos que con quienes más te quieren? Es curioso cómo muchas mujeres se esfuerzan por ser educadas y respetuosas con sus compañeros, jefes, amigos o líderes de la iglesia: incluso cuando están cansadas, nerviosas o abrumadas, piensan en sus palabras, controlan su tono de voz e incluso fuerzan una sonrisa, todo para mantener una imagen positiva. Pero ¿muestran el mismo cariño por quienes las rodean a diario?
Es común actuar de forma diferente con el esposo, los padres, los hijos o los amigos. En estas relaciones personales, muchas mujeres expresan irritación, hablan con rudeza, muestran impaciencia e incluso frialdad. La justificación de estos comportamientos suele ser el estrés o el cansancio, pero esto puede ser peligroso. Muchas mujeres se cuidan de no perder su trabajo, lo cual es justo, pero ¿tienen la misma preocupación por su matrimonio, sus hijos o sus amigos?
La negligencia en las relaciones con los seres queridos se produce porque se cree que su amor está garantizado. Es como si estuvieran obligados a comprender, tolerar tu rudeza y permanecer en tu vida, incluso si los tratás mal. Pero esto no es verdad, porque el amor no es una garantía, sino una decisión, y pueden cambiar. Quienes te aman te toleran, pero esto no debería ser motivo de negligencia; al contrario: debería ser motivo de mayor cuidado, respeto y afecto. El amor seguro es el que más necesita atención porque su pérdida es la que causa más dolor.
La Biblia advierte:
«Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo», 1 Timoteo 5:8.
En otras palabras, tratar bien a quienes amás no solo es justo, sino una muestra de gratitud y temor de Dios.