La ansiedad es uno de los grandes males de la sociedad moderna. Estamos acostumbrados a tener todo muy rápido, por eso, cualquier espera o demora al momento de resolver algo genera angustia y, como consecuencia, mucho sufrimiento. ¿Cuántas personas, movidas por la ansiedad, toman actitudes equivocadas?
El obispo Edir Macedo estuvo en el Templo de Salomón y explicó cuál era su origen.
“La ansiedad es un síntoma evidente de la duda. Cuando estamos ansiosos por algo es porque queremos resolver el problema de manera inmediata, rápida, pues tenemos miedo de que la respuesta no sea de acuerdo con nuestra voluntad. Esta duda es la que neutraliza la fe que confía en que Dios está con nosotros”, dijo.
Al ser un sentimiento tan destructivo, y al saber que el ser humano es propenso a cultivarlo, el Señor Jesús afirmó que podemos vencerlo. Observe:
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida…” Mateo 6:25
“Si Él dice que no estemos ansiosos es porque lo lograremos. Él no nos pediría algo imposible de hacer. Además, ¿de qué sirve tanta ansiedad? ¿Qué beneficios produce? Ninguno, al contrario. Solo nos deja más tensos, preocupados, llenos de miedo. Por eso, necesitamos creer que Él cuidará nuestras necesidades”, añadió.
Actitudes prácticas
Quedó claro que permitir la ansiedad no es inteligente y que podemos vencerla. ¿Pero cómo podemos lograrlo? ¿Cómo lidiar con ella delante de circunstancias como honrar un compromiso sin tener condiciones, por ejemplo? El apóstol Pedro dijo:
“… echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.” 1 Pedro 5:7
“Echar no es simplemente poner. Es arrojar con fuerza, y es así como tenemos que hacer. Echársela con fuerza a Jesús, entregarla e intentar no pensar más en eso. Así, usted mismo se libra de ese peso al echar sobre Él su carga”, concluyó.