Imagínese que usted es padre y que su hijo está jugando en el parque al igual que otros niños, ¿dónde estarán enfocados sus ojos? Obviamente en su hijo. Usted lo observará detenidamente, y si se lastima, correrá hacia él para socorrerlo. Con Dios no es diferente.
El Señor mira a toda la humanidad, pero Sus ojos están atentos a Sus hijos. Aunque muchos piensan que todos los seres humanos son hijos de Dios, en realidad, no es así. Solo se vuelve un hijo de Dios el que vive de acuerdo con Sus mandamientos.
Cuando alguien obedece a Dios y necesita una respuesta urgente, Él lo socorre.
No todo está perdido
Quizás, mientras usted lee este texto no se considera un hijo de Dios por todos los errores que cometió. Sin embargo, a partir del momento en que decide entregarse a Sus brazos, dejar los malos caminos y vivir una vida recta delante de Él, usted se vuelve Su hijo. Cuando necesite Su atención y Le pida ayuda en el Nombre de Jesús, Él lo auxiliará.
“Y uno de los malhechores que estaban colgados Le injuriaba, diciendo: Si Tú eres el Cristo, sálvate a Ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le respondió, diciendo: ¿Ni aún temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; más este ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de Mí cuando vengas en Tu Reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás Conmigo en el Paraíso.” Lucas 23:39
Este hombre había hecho cosas terribles y por eso fue condenado a muerte. A pesar de todo, antes de morir reconoció sus pecados y Le pidió a Jesús su Salvación. El Señor ignoró su pasado y todas sus equivocaciones y respondió su petición. Al igual que este malhechor, muchas personas pueden volverse hijas de Dios y ser atendidas por Él, si tan solo Lo reconocen a Jesús como su Señor a través de una oración de fe.