Las diferencias de opinión en una relación son prácticamente inevitables. El hombre y la mujer piensan de formas distintas y eso afecta la comunicación en la pareja.
El hombre es aparentemente más práctico y logra aislar un hecho, no asocia un problema con otro. Si él se equivocó, pedirá perdón por lo que hizo y seguirá adelante, dando por terminado el asunto.
Pero la mujer no logra olvidar algo tan fácilmente. Ella tiende a remover algunas situaciones y traer el pasado de regreso al presente. Relaciona recuerdos a una discusión actual, involucrando sus sentimientos y dudas. Ella busca una razón, un motivo para lo que sucedió, y se vuelve rehén de su propio comportamiento.
El rencor debilita estructuras
La dificultad de alguien para perdonar le hace mal principalmente a quien guarda rencor. Es como una herida abierta, pero en este caso el dolor es silencioso e interno y se queda allí dando vueltas hasta salir a flor de piel. Cuando eso sucede, la persona que creía ser víctima de un engaño o decepción, termina convirtiéndose en el causante de la pelea. Con el tiempo, las diferencias no resueltas pueden incluso debilitar la estructura de una relación.
Para que la relación de pareja se mantenga fortalecida incluso con el paso del tiempo, ambos deben tomar en cuenta estos consejos y aplicarlos en los momentos de diferencias y discusiones:
– Acepte cuando su compañero está intentando pedirle disculpas.
– Aprenda a lidiar con el estrés cotidiano que afecta a la pareja.
– Detecte el momento justo para hablar y para callar, y la mejor manera de comunicarse.
– Evite que una discusión se convierta en un círculo de acusaciones, aprendiendo a escuchar mejor.
– Diferencie entre problemas profundos y cuestiones superficiales.
“Yo no quería separarme porque me había casado para toda la vida”
Estela García consideraba a su novio su todo y ese fue el mayor problema. “Yo pensaba que estaba preparada para casarme porque prácticamente había criado a mis hermanitos tras la muerte de mi papá. Sin embargo, la realidad era otra, él era mujeriego, nervioso y agresivo, un hombre completamente diferente de lo que había sido mientras estuvimos de novios. Yo estaba segura de que él iba a cambiar porque estaba muy enamorada”, recuerda.
Él había crecido en un ambiente violento, su padre se alcoholizaba y se ponía agresivo, y en el matrimonio se repetía esa historia, había mucha violencia. “Me acuerdo de que llegó a golpearme con una botella de vidrio, él me pedía perdón diciendo que no sabía lo que le había pasado. Después, cuando quedé embarazada, él se sentía celoso y me decía que lo iba a dejar de lado para cuidar a mi hija. Le daban ataques de nervios, rompía todo, si algo que yo decía no le gustaba, comenzaban los problemas. Era humillante verme los moretones en los brazos”, agrega con lágrimas en los ojos porque es tremendo que quien tendría que cuidarla la lastimara.
Él le fue infiel, pero se arrepintió. “En ese momento comenzaron los celos y la desconfianza porque él le daba demasiada confianza a otras mujeres”, revela. “Él me propuso la separación, ese fue el momento más duro. Al tiempo él llegó a la iglesia primero y me invitó a mí. Perseveramos y logramos transformar nuestro matrimonio. Hoy disfrutamos de la felicidad en pareja”, concluye sonriendo.
Todos los jueves a las 16 y 20 h te esperamos en la Terapia del amor, Av. Corrientes 4070, Almagro.
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