Una de las principales señales de una persona adulta y madura: ella es capaz de asumir la responsabilidad de sus acciones y reacciones. El inmaduro infantil (o simplemente el adulto mal formado), tiende a responsabilizar a los demás de lo que hace.
Por ejemplo, si un marido no entiende que es responsable por su propio temperamento, puede culpar a la esposa por haberla agredido verbalmente. “Me provocaste, por eso te ofendí. Si no hubieras hecho aquello, yo no habría hecho esto.” O sea, cero responsabilidad.
La esposa que no entiende que es responsable por sus propios sentimientos, puede sentirse infeliz y responsabilizar al marido de su infelicidad. “No me prestas atención, por eso yo soy carente.” El mensaje es que la culpa de la carencia de ella es la falta de atención de él. Ella lo responsabiliza de lo que ella siente. En realidad, el comportamiento de él es algo que debe ser tratado separadamente de los sentimientos de ella. Él es responsable por lo que hace, sí, pero solamente ella es responsable por lo que siente. Como una persona completa, madura, ella podría dirigirse al problema de él sin victimarse o hacer un drama.
Una persona completa asume el control de sus acciones y reacciones. No podemos controlar muchas cosas a nuestro alrededor, pero cuando entendemos que somos responsables por nosotros mismos, entonces sí podemos considerarnos adultos.
La madurez es imposible sin responsabilidad.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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