“Obispo, a veces noto que no soy una persona optimista, porque todo a mi alrededor me lleva a pensar que no sirve de nada hacer algo para cambiar, que nada vale la pena, veo que mi vida está estancada, sin perspectiva. Por favor oriénteme, ¿cómo puedo cambiar esa situación?” – Amigo.
Respuesta:
La mente humana archiva y ejecuta todo lo que le es enviado. Es imprescindible elegir un lugar tranquilo y cómodo para repensar una idea ya definida, para ponderar una decisión o para diseñar una estrategia.
Ser optimista es un estado de espíritu relacionado a una actitud positiva en relación al mundo y a una expectativa de que, en general, la vida proporcionará momentos de plena realización. Cuando existe confianza y positivismo ante el presente y el futuro, se pone más activo en dirección a sus objetivos y sueños.
Cuando ponemos la mente a trabajar en nuestro provecho, descubrimos en nosotros talentos dormidos, mantenemos una postura más confiada y persistente aunque deparemos con dificultades. Descansamos y experimentamos la infinita paz porque independientemente de como sean las circunstancias a nuestro alrededor, seremos siempre triunfadores.
(*) Respuesta retirada del blog del obispo Júlio Freitas