La definición de conciencia es: sentido o percepción que el ser humano posee de lo que es moralmente correcto o incorrecto en actos y motivos individuales.
La conciencia es la voz callada del alma, incapaz de ser oída por otra persona. Si alguien muy íntimo acerca el oído a nuestra cabeza, aun así no logrará oírla. Sin embargo, cuando la voz es testigo de una actitud incorrecta que tomamos, grita, atormenta, no nos deja dormir y hace que nuestra cabeza pese toneladas.
Jesús, nuestro Señor, apeló a ella cuando quiso salvar a una mujer adúltera de la muerte. Antes de que los fariseos la apedrearan, Jesús con Sus sabias palabras, apedreó la conciencia de cada uno de ellos diciéndoles:
El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. […] Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno… Juan 8:7 y 9
Hay quien cuestiona la prédica de la devolución del diezmo en la Universal. Esa práctica, no obstante, fue hecha por primera vez hace miles de años por Abraham. El Espíritu Santo lo inspiró a devolver el diezmo usando la voz de su conciencia. Cuando él vio la riqueza de los despojos delante de sí, fue inmediatamente incomodado por ella, que le dijo que el 10% de todo lo que estaba delante de sus ojos no le pertenecía a él, sino al Señor. Nadie lo obligó a tal práctica, sin embargo, él era sensible a la Voz de Dios.
Cuando la persona se predispone a agradar a Dios, se torna sensible a Su Voz, y la conciencia es fundamental en ese proceso. Ella se convierte en aliada de Dios para que Él pueda mostrar si nuestras están correctas o incorrectas delante de Él.
En la Iglesia Universal, no tenemos ningún control sobre los miembros en lo que respecta al mes, día y hora en la que ellos reciben sus ganancias. Sin embargo, el Espíritu Santo Se responsabiliza de hacer que aquellos que son sensibles a Su Voz no toquen sus finanzas sin antes devolver lo que pertenece al Señor. Esa es una de las grandes pruebas de que esta obra Le pertenece.
El convertido es capaz de no lograr dormir si falla en su práctica de devolver el diezmo al Señor, pues quiere estar bien con Dios y con su conciencia, convirtiéndola en testimonio de sus acciones. Al final, está escrito:
Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia… 2 Corintios 1:12
Mis amigos, nuestra mayor gloria es vivir bien con Dios a través de nuestra buena conciencia. Así, estaremos listos para enfrentar lo que viene por delante:
“…manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos…” 1 Timoteo 1:19
Lamentablemente, son muchos los que no están más con nosotros porque se hundieron nuevamente en el fango de este mundo.
Que Dios tenga misericordia de cada uno de ellos y de nosotros también.
Colaboró: Obispo Sergio Corrêa