El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Marcos 16:16
¿Qué sería esta condenación? Aquellos que ya fueron condenados aquí en la tierra conocen muy bien el terrible dolor y desesperación que esta palabra carga.
Ya tuve la oportunidad de conversar con personas que fueron condenadas, por robar, matar, secuestrar, en fin, por cometer errores que las pusieron tras las rejas. Algunas me dijeron que fueron sentenciadas a cinco, seis e incluso diez años de prisión. Cuando les pregunté cómo fue el día en el que recibieron la sentencia, con lágrimas en los ojos, todas respondieron lo mismo: “Fue el peor día de mi vida”.
La prisión física es momentánea. Muchas personas incluso logran disminuir los años de su pena, sea por buena conducta, por fianzas, por recurrir a abogados y a otros medios. Así es la condenación aquí en la tierra, cuando se es condenado, existen medios que posibilitan la salida de la prisión. No es eterna. Puede incluso tardar algunos años, pero existe la posibilidad de la libertad.
Sin embargo, cuando se refiere a la condenación espiritual es diferente, pues es eterna. Después de la muerte, la persona no tendrá más a quién recurrir, no tendrá más a quién pedirle ayuda, no tendrá abogado y no habrá más la posibilidad de libertad.
A nadie le gusta la idea de estar preso, ni siquiera durante un día. Tanto es que cuando la persona recibe una sentencia de 10 años, por ejemplo, entra inmediatamente en desesperación.
Ahora, deténgase y piense… Si usted supiera que va a estar preso durante toda la eternidad, ¿qué estaría dispuesto a hacer para ser libre de esa condenación?
Por eso, nosotros predicamos el evangelio a toda criatura, en todos los lugares, para que nadie vaya a ese lugar. El barco de la Salvación está pasando, pero si no entra, si no paga el precio, si no sacrifica su vida, usted se va a arrepentir, y entonces será demasiado tarde.
E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Mateo 25:46
Aquellos que hoy rechazan a este barco, sufrirán las graves consecuencias de su elección el día del juicio. Cada uno recibirá su sentencia, sea por los actos corruptos e injustos que practicaron o por su postura justa delante de Dios y de las personas.
Los condenados sufrirán los mayores tormentos y dolores durante toda la eternidad. Por su parte, los justos, que aceptaron entrar en el barco de la Salvación, disfrutarán la Gloria de Dios y vivirán con Él para siempre.
Aproveche la oportunidad, antes de que sea condenado eternamente.
Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Isaías 55.6