Muchos no tienen noción de lo que sucedió en los días del profeta Elías. Él era el único que creía en el Dios Vivo y se indignó al ver el crecimiento de los profetas de Baal, la forma en la que se habían involucrado con el gobierno sin resolver nada.
Elías tuvo audacia y puso su propia vida en riesgo al desafiar a esos profetas. Cuando hizo ese desafío dijo: “Ustedes, profetas, tomen un novillo, sacrifíquenlo y pídanle a sus dioses que responda con fuego. Si ellos responden con fuego, quedará probado en Israel que Baal, el poste ídolo, es dios. Pero, si sucede lo contrario, o sea, si ante mi clamor, mi Dios es el que hace descender fuego y consume mi sacrificio, entonces quedará probado que mi Dios es el que funciona, el Verdadero Dios”.
Cuando él dijo eso, el Rey de Israel, un incrédulo, halló que la propuesta era interesante, e incluso el pueblo consideró que la palabra era buena.
Muestra la Biblia que Elías dijo a los 850 profetas de Baal: “Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.
Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre del Señor; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.”, (1 Reyes 18:23-24).
Nosotros nos sumamos a esa fe porque tenemos la certeza de que nuestro Dios va a responder.
Extraído de un mensaje del obispo Macedo
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