Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el mayor consumidor de cocaína y sus derivados en el mundo es Estados Unidos. Son aproximadamente 4 millones de usuarios en el país. Es también en la tierra del “Tío Sam” en la que se mueve la mayor cantidad de dinero en pornografía en el mundo: cerca de 12 billones de dólares por año. Otro problema recurrente es la segregación racial, situación tan grave que el presidente Barack Obama declaró: “Nosotros no estamos curados del racismo.”
A pesar de ser la mayor potencia mundial, quien vive en los Estados Unidos sufre tanto con los vicios y problemas sociales como en cualquier otro lugar del mundo. “La aparente buena condición de ese país hace que las personas piensen que ellas no deben priorizar su vida espiritual”, afirma el obispo Ubirajara Fonseca, responsable por el trabajo desarrollado en inglés por la Universal en el país.
La llegada de la Universal
La Universal llegó a Estados Unidos en 1986. Nueva York fue la primera ciudad fuera de Brasil donde la iglesia llevó su objetivo de hacer “discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateos 28:19,20)
El templo abierto en la Segunda avenida, en Lower East Side, Manhattan (foto de abajo), fue el primero de los 225 inaugurados en estos 29 años. De allá, la Universal Church of the Kingdom of God se expandió al barrio de Brooklyn y, enseguida, a la ciudad de Newark, en el estado de Nueva Jersey, vecino de Nueva York. Hoy, la Iglesia está presente en las primeras regiones de Estados Unidos, como Miami, Los Ángeles, Chicago, Las Vegas y Washington.
“Este país es extremamente evangélico y, por eso, muchas personas se resisten a nuestro trabajo, porque la mayoría tiene su propia religión. Sin embargo, en todos los lugares donde llegamos y realizamos el trabajo de evangelización, las personas siempre nos han ayudado a divulgar la Palabra de Dios”, afirma el obispo Ubirajara.
Ayuda a quien la necesita
En Estados Unidos, los voluntarios de la Universal llevan la Palabra de Dios de persona a persona, en las calles, en presidios, asilos y hospitales, y también por medio de programas de televisión, radio y periódicos.
Toda esta divulgación tiene como objetivo alcanzar a más personas y, consecuentemente, llevar la paz y la solución para diversos problemas, por medio de la fe en Dios. Y no solo los estadounidenses son atendidos por los voluntarios de la Universal, sino también los inmigrantes que viven en Estados Unidos. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), casi 46 millones de extranjeros viven en el país, convirtiéndolo en el país que recibe más inmigrantes en el mundo.
Ese cambio de país, sin embargo, casi siempre es problemático, para el que va y para el que se queda. Treicy Alexandra Hernandez, nacida en República Dominicana, cuenta que cuando tenía 2 años su madre se mudó a EE.UU, y la dejó con la abuela.
“Antes de su partida estaba todo bien. Después que se fue, mi sufrimiento comenzó. Mi madre nunca más volvió y mi padre vivía cerca, pero nunca lo vi”, recuerda. Ella se sentía abandonada y escuchaba en todo momento frases como “no sabes hacer nada”, “eres inútil” y “tus padres no te aman”.
“Mi corazón estaba lleno de odio contra mis padres y las personas a mi alrededor. Los odiaba a todos. Comencé a odiarme también. Quería matar a mi madre y morir.”
La situación cambió en la pre adolescencia de la joven, en República Dominicana, cuando ella conoció la Universal. Allí, se dio cuenta que no era peor que las demás personas, sino que vivía una situación más difícil, pero que podría superarla.
Más tarde, se mudó a Estados Unidos y, firme en la Universal aprendió que debería perdonar a los que le había hecho mal, comenzando por los de su propia casa. “A partir de allí comencé a confiar más y más en Dios. Perdoné a mis padres y comencé a amarlos. El deseo maligno que tenía de matar a mi madre quedó en el pasado, y mi objetivo comenzó a ser otro: presentarles a las personas el Dios que conocí.”
Hoy, a los 20 años, Treicy es feliz, sin rencores y se valora. “Puedo decir que mi vida cambió completamente, gracias a Dios y a la Universal, y a los hombres y mujeres de Dios que me ayudaron mucho”, resalta.
Trabajo reforzado
Más que ayudar a cada ser humano espiritualmente, la Universal también trabaja para colaborar en el desarrollo social. Para eso, se realizan diversas acciones de concientización. “Los principales trabajos que la Universal mantiene en el lugar son desarrollados con grupos de adolescentes victimas del bullying, asistencia espiritual a las mujeres que sufren violencia doméstica y recuperación de jóvenes y personas que luchan en contra de las drogas”, cuenta el obispo Ubiraja.
Otro punto a destacar es la lucha contra el racismo. En la conferencia realizada en Nueva York (foto de arriba), el 17 de agosto de 2014, el obispo les dijo a más de 3 mil personas que asistieron a la Universidad de Brooklyn, lugar del evento, que digan el lema “¡Usted es negro y usted puede!”.
Además, para atraer y educar a los jóvenes, los voluntarios de la Universal están apostando al deporte y arte, como la danza y el teatro. “También hay otros proyectos para reforzar el interés por el éxito académico y tener mejores calificaciones. Los pastores y voluntarios siempre están a disposición para aconsejar o sacar dudas que surgen a lo largo de la semana”, concluye el obispo.
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