Su nombre se debe a que separó en “antes” y “después” la manera de pensar de las personas respecto a la Biblia.
Quien lideró ese movimiento fue Martín Lutero (imagen), un estudioso de la Biblia que vivía en Alemania, en el siglo 16. Cierto día, al meditar en fragmentos del Nuevo Testamento, Lutero comprendió un concepto importante: el justo vive por la fe -algo diferente de lo que se les enseñaba a las personas en aquella época.
Como destaca la “Biblia de Estudio de la Reforma”, elaborada en edición conmemorativa de los 500 años, que tiene un rico y vasto contenido relacionado con el legado de este movimiento: “A diferencia de lo que Lutero aprendió sobre la Palabra en su juventud, él creyó que la Palabra no era sin vida y pasiva, sino realmente viva y vivificante. Él vio que, a través de Su Palabra, Dios actuó para bendecir y guiar a Su Iglesia. Por lo tanto, Lutero vio el Evangelio de la Palabra de Dios como un medio de gracia.”
De acuerdo con el doctor en ciencias de la religión y secretario de comunicación y acción social de la Sociedad Bíblica de Brasil, Erní Walter Seibert, de 64 años, la contribución de este movimiento fue muy amplia para la humanidad: “Cuando la Reforma sucedió, se pensaba que era solo una ruptura en la Iglesia Católica. Pero, con el paso del tiempo, se vieron otras consecuencias además del aspecto religioso, que es fundamental. Este movimiento ha cambiado los escenarios político, económico y cultural de su tiempo. Hoy, al celebrar los 500 años de la Reforma, prácticamente todas las denominaciones cristianas e incluso el mundo secular reconocen la importancia de ese hecho.”
Antes de la Reforma Protestante, la Biblia era reproducida en latín -una lengua antigua que pocas personas sabían leer-y solo los predicadores de la Iglesia Católica tenían acceso a los pasajes que estaban allí.
Por eso, los frecuentadores de las Iglesias no podían adquirir los consejos de los Textos Sagrados por sí mismos.
El hombre detrás de la Reforma
“Martín Lutero fue un monje agustiniano que, por su experiencia de fe y estudios de la Biblia inició una de las mayores revoluciones religiosas, culturales y sociales de la historia. Se tomaba en serio lo que aprendía en el estudio de la Biblia Sagrada y lo aplicaba a la vida. Comenzó hablando sobre la práctica de las indulgencias (clemencia, misericordia), pero llevó consistentemente su mensaje a varios sectores de la vida de su tiempo. El punto que consideraba más importante en todo su trabajo fue haber traducido la Biblia Sagrada a la lengua del pueblo”, explica Seibert.
En 1522, Lutero tradujo y publicó una versión del Nuevo Testamento a través de una tecnología de impresión que había en la época. Eso hizo posible una producción a gran escala del Texto Sagrado, que se esparció rápidamente a través de la población de Alemania. La traducción completa de la Biblia, por Lutero, se lanzó en 1534 y fue bien recibida por las personas.
“Mi justo vivirá por la fe”
Como aclara el obispo Edir Macedo, en el libro “El Espíritu Santo”: “La Historia registra el hecho de que Martín Lutero vivió en un convento católico, y todo lo que hacía era con la intención de purificarse delante de Dios. Aunque él no hubiese terminado una tarea en el convento, enseguida iniciaba otra, y otra más, de forma que durante todo el día trabajaba lavando platos, el piso, la ropa, etc.
Por la noche estudiaba la Biblia y oraba. Esto sucedió durante muchos años, hasta que, un día, cuando estaba fregando la escalinata del convento, el Espíritu Santo habló fuerte en su corazón: “Mas el justo vivirá por fe” (Hebreos 10:38). Entonces él cesó inmediatamente de limpiar las escaleras y dijo para sí: “¡Si el justo vive por la fe, entonces todo mi sacrificio manual es en vano!”. Tiempo después, abandonó definitivamente la Iglesia Católica para enseñarle al pueblo que la salvación del alma viene por la fe, y no a través de penitencias personales. Ahí nació el auténtico cristianismo en el mundo, cuando las personas dejaron de lado las obligaciones religiosas para vivir nada más que por la fe en aquello que el Señor Jesús realizó por todos los que en Él creen. Si la salvación de las personas fuese a través de las obras de caridad, el Señor Jesús no hubiera necesitado venir al mundo, bastaba solo ordenar que se hiciese caridad para la salvación, ¡y listo! Pero no, la salvación de las personas solo es posible cuando ellas aceptan el sacrificio del Señor Jesús, por la fe.”
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