“Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.”
(Génesis 19:17)
Un consejo para quien quiere que no le vaya mal: no mire hacia atrás. Escape al monte y no se detenga por el camino. Vaya hacia el lugar aparentemente más difícil. Fue lo que Lot oyó de un ángel cuando fue salvo de la destrucción de Sodoma y Gomorra.
Para liberarse de las ataduras del mal y para salvar nuestra alma, no existe consejo más precioso. Trillar el camino del sacrificio, confiando en la Palabra de Dios. Y jamás mirar hacia atrás. La mujer de Lot ignoró esa orden, miró hacia atrás y se transformó en una estatua de sal (Génesis 19:26).
La vida de quien mira hacia atrás no va hacia adelante. Pruebe caminar hacia adelante mirando hacia atrás. Los recuerdos de los fracasos pasados traen dudas y transforman cualquier sueño de libertad en una estatua de sal. La gloria del pasado también les ha impedido a muchas personas conquistar glorias mayores en el presente. Libérese del pasado de una vez por todas, aunque haya sido bueno o malo. Dé un paso de fe rumbo al monte, sin mirar hacia atrás. Sin miedo, sin sentimentalismo. El año se está terminando y usted no puede aceptar entrar al nuevo año cargando esqueletos del año viejo. No puede aceptar entrar al año nuevo con las mismas expectativas, los mismos sueños. Aún hay tiempo de correr hacia adelante, sin mirar hacia atrás.
No mire hacia atrás. Trille el camino del sacrificio, confiando en la Palabra de Dios.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo