El ser humano puede estar sujeto al error y al fracaso a lo largo de la vida. Pero, de la misma manera está dispuesto a superar traumas del pasado y a recomenzar. Somos nosotros mismos los que elegimos ser culpables, víctimas o héroes de nuestra propia historia.
La Palabra de Dios nos orienta a seguir adelante siempre que tropezamos en el camino de la vida. Los contratiempos nos muestran lo que es un error y no debe repetirse. Sirven también para mostrarnos cómo debemos actuar de ese momento en adelante y volvernos un ejemplo para otras personas.
Aceptar a Jesús es elegir el camino que nos traerá paz, amor, nos llevará a una vida de bendiciones y nos salvará. Recibir el Espíritu Santo y ser bautizado en las aguas es prepararse para practicar una fe inteligente, racional, que permite evaluar lo que es mejor para nosotros, para nuestra familia y para todos.
Creer en la transformación es tener fuerzas para orar y evangelizar, hacer sacrificios y pedir perdón cuando fuera necesario. Es no permitir el engaño de nuevo, no cometer el mismo error del pasado. Es fundamental tener seguridad en las actitudes propias y mantenerse fiel a su fe.
El apóstol Pedro enfrentó una situación de declive espiritual, pues negó a Jesús tres veces, a pesar de haber sido advertido por Él que eso sucedería, pero no creyendo que sería capaz. “Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de Ti, yo nunca me escandalizaré.
Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, Me negarás tres veces.”, (Mateo 26:33-34).
Dios siempre nos da una oportunidad de misericordia y superación. Y Pedro, al darse cuenta de lo que acababa de hacer, se arrepintió de inmediato. “Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, Me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.”, (Mateo 26:74-75).
Pedro se redimió y se transformó en un gran líder cristiano y en un sembrador de la Palabra. “Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que Te amo. Jesús le dijo: Apacienta Mis ovejas.”, (Juan 21:17).