Ser cristiano y servir a un único Dios no es idolatría. Sin embargo, hay personas que se engañan a sí mismas creyendo que son cristianas, cuando en realidad, no lo son.
“Por tanto, amados míos, huid de la idolatría” 1 Corintios 10:14.
El apóstol Pablo escribió una carta, inspirado por el Espíritu Santo, para los de la iglesia de Corintios, advirtiéndoles sobre la idolatría, ya que en este lugar abundaba el paganismo. Puede parecer irónico pensar que Pablo haya dejado este alerta a personas que profesaban sus creencias en Jesús y que, además, sabían que no debían dividir su fe en Dios con otros dioses.
La confusión puede surgir si se piensa que la idolatría se debe únicamente a la adoración de imágenes, estatuas o seres ficticios, pero la idolatría es mucho más que eso.
Cuando se ejerce amor y admiración hacia una persona o alguna cosa en lugar de Dios, entonces se está ejerciendo el pecado de la idolatría.
Muchos consideran que la idolatría es visible, pero no siempre es así, ya que puede ser sutil y pasar muy desapercibida. Es el caso de los que adoran a un ser querido, a un famoso, un partido político, o simplemente hacen del dinero un dios. También, están los que idolatran su iglesia y llegan incluso a pelear por ella, por defender a su pastor o a su denominación.
La respuesta es sí. Lamentablemente, hay idólatras en el medio evangélico. El diablo busca enceguecer las mentes de las personas para que no adoren al Único Señor que exige exclusividad.
¿Hay alguien ocupando el lugar de Dios en su vida? ¡Reflexione!