La religiosidad.
“Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega…”. Mateo 13:30 (RVR1960)
Es necesario discernir la cizaña para permanecer firmes como trigo. El Señor Jesús Enseñó que en medio de Su obra habría quienes, aunque parecieran iguales por fuera, no tendrían la misma raíz ni el mismo fruto que aquellos considerados trigos.
El trigo representa a los sinceros, obedientes y dependientes de Dios. Por otro lado, la cizaña representa a los que eligen la religión en lugar de la verdadera entrega, la apariencia en lugar de la obediencia.
Señales que caracterizan a la cizaña, los religiosos:
– Eligen la comodidad en lugar de la obediencia: Prefieren los rituales y las costumbres antes que la renuncia y la fe práctica.
– Se incomodan con la corrección: Ven la disciplina como un ataque, no como un cuidado.
– Buscan la aprobación humana: Dependen de los líderes, de las influencias o de las jerarquías religiosas, no de su comunión con Dios.
– Se resienten con los sinceros: Les molesta el fervor, la entrega, la transparencia y la fe viva del trigo.
– Critican lo espiritual: Llaman “fanatismo” a la obediencia radical, “exageración” a la santidad.
– No aceptan el sacrificio: Huyen de la Cruz de Cristo y de su propia cruz, del ayuno; no quieren negarse a sí mismos.
– Son emocionales, pero no espirituales: Lloran, cantan, se conmueven, pero no obedecen.
– Aman el lugar, pero no las almas: Quieren estar en iglesias grandes, visibles, pero no se entregan para ganar almas.
– Gastan sin propósito: Usan sus recursos para vanidades, no para sostener su Llamado y mucho menos para llevar las Buenas Nuevas.
Señales que caracterizan al trigo, los sinceros:
– Viven la fe con decisión: No dependen de personas, sino de su relación con Dios.
– Aceptan la corrección con humildad: Saben que es parte del proceso de la santificación, de la madurez espiritual.
– Buscan agradar a Dios, no a los hombres: Su motivación es espiritual, no institucional; valoran su Salvación más que su posición en la iglesia.
– Son constantes en la oración y la meditación: No negocian su tiempo con Dios, porque saben que el ser humano no vive solo de pan.
– Se entregan al lugar en el que están: Ven cada barrio, cada alma y cada Grupo de la Iglesia como una Misión Divina.
– Son sobrios y sabios con sus recursos: Usan lo que tienen para sostener su servicio a Dios y Su Obra.
– No se comparan ni se justifican: Asumen sus luchas y errores con fe y humildad, sin victimizarse.
– Son fructíferos en medio de la cizaña: No se contaminan, no se intimidan y no se vuelven infructíferos.
El trigo no se justifica, se purifica.
No se conforma, se consagra.
No se queja, se entrega.
Y, aunque la cizaña lo mire con desprecio, el Señor lo reconoce como Suyo.
“… Conoce el Señor a los que son Suyos…”. 2 Timoteo 2:19 (RVR1960)
Nos vemos en breve, en la IURD o en las Nubes.
Obispo Julio Freitas
