“De cierto, de cierto os digo: El que cree en Mí, tiene vida eterna.” Juan 6:47
Según la orientación del Señor Jesús, descripta en Su Palabra, para que las personas alcancen la Salvación eterna es necesaria la creencia y la entrega de sus vidas en las manos de Dios pues, por causa de ese distanciamiento, muchos viven oprimidos, en depresión, abatidos, sin dirección, desanimados por los fracasos constantes en todos los aspectos de la vida. Y, sin saber qué hacer para alcanzar un resultado positivo, se entregan al conformismo, pensando que para ellos no existe una solución.
Como si no bastaran tantas dificultades que surgen diariamente, que quitan la paz y el sosiego, aún hay un problema mayor, que pasa desapercibido e ignorado por millones de personas: el futuro del alma después de la muerte.
La palabra muerte llega a sonar aterradora para muchos, que insisten en ignorarla, pensando que vendrá tan solo al prójimo. A diferencia de la mayoría, el Señor Jesús no le temió a la muerte, derramando la propia sangre para conceder el perdón a la humanidad, con el fin de librarla del tormento eterno. Él también dejó en claro la importancia de manutención de la salvación de aquellos que creen en Él.
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” 1 Juan 5:13 y 14
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