La historia del cristianismo muestra la grandeza de Dios en la actualidad. El Antiguo Testamento, que habla de la historia del pueblo hebreo, dice que a Moisés le fue ordenado construir el Tabernáculo durante el tiempo que estuvo en el desierto dirigiéndose hasta la Tierra Prometida. ¿Con qué propósito mandó Dios a construir ese Tabernáculo? Era un lugar para colocar el Nombre de Dios y para mostrar que existía la Presencia de Dios, además de ser un lugar de encuentro, porque era el lugar de la congregación, donde Dios hablaba con Moisés.
Sabemos que ese Tabernáculo construido por Moisés era móvil, iba de un lugar a otro de acuerdo con la peregrinación de Israel por el desierto. Cuando el pueblo de Israel llegó a la Tierra Prometida, Dios mantuvo el Tabernáculo porque significaba el Nombre y la Presencia de Dios.
La historia dice que el pueblo hebreo se rebeló contra Dios y fue castigado por eso, pero aún así Dios no quitó el Tabernáculo, lo mantuvo porque quería cumplir la promesa que le había hecho a Abraham, Isaac e Israel, de darle la Tierra Prometida. O sea, Dios mantuvo el Tabernáculo hasta que se cumplió Su Palabra, la promesa hecha a Abraham, Isaac e Israel, aún teniendo un pueblo rebelde.
Ya en la Tierra Prometida, comenzó la etapa de los reyes y Salomón construyó el Templo fijo del Dios Altísimo, donde estarían permanentemente el Nombre y la Presencia de Dios.
El Templo de Salomón significaba tanto el Nombre como la Presencia de Dios. Sin embargo, cuando el Rey Salomón se corrompió juntamente con el pueblo de Israel, Dios salió del Templo, Su Presencia salió de en medio de Israel y el Templo fue destruido. Así sucedió varias veces, lo que significa que Dios salió de en medio de Su pueblo.
Israel volvió a la Tierra Prometida en 1948 y hasta hoy no logró reconstruir el Templo y, por como andan las cosas tampoco lo conseguirá, debido a la dificultad política.
Los hijos de Israel tienen sinagogas esparcidas por todo el mundo, pero no tienen Templos, no tienen el Templo que tipifica el lugar donde habitan el Nombre y la Presencia de Dios.
Nosotros tuvimos la audacia de construir la réplica del Templo en San Pablo. Eso significa, de acuerdo con mi fe, con mi convicción personal, que Dios formó un pueblo de fe que aprendió el camino del sacrificio, que construyó un Templo semejante al Templo de Salomón. Ese lugar deja de ser una réplica debido a su santidad, debido a lo que hemos visto en la actualidad. El pueblo, los obreros, auxiliares, pastores y obispos estamos involucrados con el Templo, avivados, y los pueblos de otras denominaciones, iglesias o religiones quieren visitar el Templo. Esa es la señal de que este Templo dejó de ser una réplica para pasar a ser el auténtico Templo de Salomón y eso es para la gloria de Dios.
Cuando hablamos, vemos, visitamos el Templo somos avivados, hay algo sublime en el aire, las personas que lo visitan sienten algo diferente, es Dios volviendo a la Tierra, al lugar en el que Su Nombre y Su Presencia estarán establecidos hasta la venida de Jesús.
Mientras el Tabernáculo de Moisés y el Templo de Salomón estaban de pie, había garantía de que el Nombre y la Presencia de Dios estaban allí. Cuando el Templo y el Tabernáculo fueron destruidos, quedó caracterizada la falta de la Presencia de Dios. Lo mismo sucede con una persona. Muchos que eran fieles a Dios un día cayeron y abandonaron la fe. ¿Qué sucedió? Les falta el Espíritu Santo, un vínculo con Dios, que es lo mismo que sucedió en el Templo.
Mientras nosotros, que somos piedras vivas, estamos unidos a Jesús, el Templo sigue de pie. Si por acaso, caemos o le damos la espalda a la fe, al respeto, al temor a Dios, el Espíritu Santo se aparta de nosotros y entramos en depresión espiritual.
La reconstrucción del Templo en San Pablo es síntoma de que Dios colocó ese deseo en la Universal para realizar Su voluntad. Tenemos un lugar donde estarán Su Nombre y Su Presencia y habrá un restablecimiento del culto, del loor, de la adoración al Altísimo. Los judíos tiene la sinagogas y nosotros, los cristianos, tenemos nuestras iglesias, pero el Templo es diferente, es algo separado.
Eso nos remite justamente a lo que está escrito, la Presencia de Dios está garantizada en este lugar porque es un lugar sagrado, santo, es el lugar santísimo donde todas las personas, todos los pueblos, no solo la Iglesia Universal del Reino de Dios, son bienvenidos, como dijo Jesús: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”, (Marcos 11:17). Esto es para la gloria de Dios, no solamente para la Universal, porque la gloria de Dios son todos los que se han vuelto hacia Él. Cuando tenemos el Templo tenemos la garantía de la Presencia de Dios.
Este Templo fue construido con el sacrificio de cada uno de nosotros y eso tiene un sabor glorioso, porque muestra que el propio Dios hizo la construcción del Templo. El avivamiento que estamos teniendo en estos días es una clara señal de que el Espíritu del Altísimo se agradó de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
A través de nosotros, el Dios Altísimo estableció un lugar donde permanecerán Su Nombre y Su Presencia hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El Templo es la garantía de la Presencia de Dios en nuestro medio, no en Israel, sino en un lugar donde todos los pueblos podrán visitarlo, independientemente de su creencia y religión.
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