¿Usted ya sintió aflicción y nerviosismo ante alguna incertidumbre? ¿Cuántas veces la impaciencia se apoderó de usted cuando esperaba la respuesta de una entrevista de trabajo, el resultado de un examen médico o la nota de una prueba? La ansiedad es un sentimiento que aflige a la mayoría de las personas y provoca miedo del porvenir.
Las personas ansiosas pueden sentirse paralizadas e incapaces de realizar una tarea. Sus días se resumen a una sensación de desasosiego y estrés. Así, ellas no viven el presente por estar ocupadas con lo que podría suceder en el futuro. La ansiedad provoca un estado de constante alerta, que le impide a la persona encontrar una solución para los problemas.
Sudoración, temblores, pensamientos negativos, dolores en el estómago y pánico son otros síntomas comunes. La ansiedad acumulada genera dudas, desconfianza y agotamiento físico y mental. Es como si la persona entrara en un ciclo vicioso de sufrimiento.
El uso de la fe
Los cristianos también pueden sufrir ansiedad. El obispo destaca que las personas ansiosas no logran vivir en paz. Pero, al final, ¿por qué sucede eso?
“La ansiedad es una señal de que la vida aun no fue entregada en el Altar, en obediencia a la Palabra de Dios”, advierte el obispo, en el texto publicado en el blog del obispo Edir Macedo. En otras palabras, la ansiedad estaría relacionada a la falta de fe.
“Sepa que, cuando entregamos nuestra vida en el Altar, también entregamos nuestros problemas. Es claro que me refiero a la entrega sincera y verdadera. Solo así los problemas realmente estarán en las Manos de Dios”, continua el obispo.
¿Cómo controlarla?
Según el obispo, seguir la Palabra de Dios es el camino para encontrar la paz, establecer la calma interior y reunir fuerzas para encarar los problemas cotidianos. Si la ansiedad surgiera por cuestiones amorosas, financieras o profesionales, es importante respirar hondo y elevar la mente a Dios. “Mantener los pensamientos en Dios es una de las condiciones básicas para recibir el Espíritu Santo. Pero si, aun recibiendo orientaciones Divinas, la persona no logra dejar los pensamientos terrenales, nada será absorbido, haciendo con que el tiempo pase y nada suceda. Así, con el pasar de los años, es inevitable que venga el desánimo.”
Entrega verdadera
El obispo dice que no basta solo con “entregarse a Dios” de la boca para afuera. “Si la entrega no es verdadera, la ansiedad permanecerá, y no va a funcionar decir ‘mis problemas los entregue o los entrego a Dios’. Esas palabras solo serán poéticas, pero no servirán de nada.”
Por otro lado, aquellos que tienen su vida guiada por Dios y confían en Él experimentan la sensación de paz interior hasta en los momentos de gran dificultad. “Los pocos que están entregados 100% en el Altar tieen paz aun estando en el medio de una guerra”, dice el obispo. Entonces, quien tiene fe y se entrega de verdad no se pone ansioso ni se desespera.
Sin sufrimiento
La Biblia también habla sobre la importancia de mantener la fe en Dios para evitar con anticipación el sufrimiento. En Mateo (6:31-33), dice: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Este fragmento muestra que concentrarse en exceso en las preocupaciones no va a resolver los problemas o mejorar la vida. Al final, ¿existe algún ser humano capaz de controlar el futuro? Mejor que hacer suposiciones sobre lo que podrá suceder, es importante que cada cristiano crea y confíe en Dios. Con la fe fortalecida, es posible buscar soluciones adecuadas y vivir de una manera más plena. Y si las cosas no salen como lo planeado, la fe también ayuda a superar la frustración y a alejarse del miedo.
Para meditar en la palabra
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4:6)
“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió, así como uno de ellos.” (Mateo 6:26-29)
“Busqué al Señor, y Él me oyó, y me libró de todos mis temores.” (Salmos 34:4)
“La congoja en el corazón del hombre lo abate; más la buena palabra lo alegra.” (Proverbios 12:25)
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