En un mundo lleno de conceptos e ideas contra la Palabra de Dios, vemos diariamente una lucha espiritual para terminar con todo lo que el Altísimo determinó, desde la creación, que es santo y sagrado.
Ante esto, cuando alguien se acerca a Dios, necesita romper la muralla del preconcepto, que es la infidelidad a lo sagrado.
El que quiere derribar esta muralla interior, dejar de tocar lo Sagrado, lo que Le pertenece al Señor, Dios derribará sus murallas exteriores, es decir, los problemas de la vida cotidiana.
Sin embargo, el que no vence la muralla externa es porque no venció la muralla interna, que también es la falta de temor a lo sagrado.
La verdad es que las personas, incluso dicen, de la boca para afuera, que quieren a Dios, pero aún guardan dentro de sí sus prejuicios, ideas y creencias contrarias a lo que Dios determinó. ¿Es posible vivir en comunión con Él de esta manera?
¿Cómo recibir algo de Dios si no tenés la valentía de hacer una alianza con Él, si no tenés la disposición de entregar tus primicias?
Para ejemplificar esta entrega, podemos hablar sobre el pacto realizado en el momento del casamiento. Durante la ceremonia, la pareja recibe la bendición de la unión al hacer el juramento de fidelidad hasta la muerte, y se ponen la alianza el uno al otro como símbolo de este compromiso. Solo así están aptos para disfrutar de los beneficios de la vida en pareja y de ser responsables el uno del otro.
Así como sucede en el casamiento, la promesa del temor a Dios y de fidelidad es el comienzo, es el primer paso antes de volverte uno con Dios. De esta manera, pasás a demostrar tu temor hacia lo Sagrado y al Espíritu Santo.
Algo a observar es que, la mayoría de las personas que tuvieron dificultad para liberarse y convertirse eran personas que se resistían a temer y respetar lo que es sagrado, y dificultad para honrar a Dios en primer lugar en todo en sus vidas.
Pero, lamentablemente, esto les costó muy caro, porque atrasaron su proceso de transformación y, consecuentemente, sus superaciones y sus conquistas.
“Adquirir sabiduría, cuánto mejor que el oro, y adquirir inteligencia es preferible a la plata”. Proverbios 16:16
El que TEME A DIOS tiene esta sabiduría de prosperar y, sobre todo, de preservar su alma desviándose del mal.
Aún no hay quien sea sellado con el Espíritu Santo y usado por Dios para bendecir a su familia y a los demás sin antes ser temeroso a lo sagrado, al diezmo.
“Y nosotros somos testigos de estas cosas; y también el Espíritu Santo, el cual Dios ha dado a los que Le obedecen”. Hechos 5:32
Obispo Júlio Freitas