Toda su vida depende de sus pensamientos. Si ellos están de acuerdo con los de Dios, no tienen nada que pueda destruirlo. Pero, lo contrario también es verdadero.
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir…” Juan 10:10
¿Y cómo hace eso? Por medio de los pensamientos que simbolizan una mente disponible para él.
El obispo Macedo resalta que, de la misma forma que el Espíritu Santo usa la mente de Sus siervos, el diablo usa la de los suyos, no sólo para destruir a sus propios hijos, sino también a los de Dios. “Nuestra mayor guerra comienza en la mente”, destaca el obispo.
“¿Cómo tomo posesión de la vida en abundancia prometida por Dios? A través de una inspiración dada por Él. Nuestra vida depende de oír la Palabra de Dios. La palabra que nos conduce a las actitudes correctas” explica. La Biblia trata de los pensamientos de Dios.
Dios le dio el poder de pensar con la propia cabeza. Permite la acción del diablo por no querer que nadieLo siga por obligación. Lucifer tuvo el derecho de rebelarse y aspirar a la posesión de Dios, sin embargo, fue expulsado. Tenemos el derecho de hacer en nuestras vidas lo que queremos.
Todo tiene una función para el bien si estuviera dentro de la disciplina Divina. Someter los pensamientos a los de Dios y no pasar los límites de esa disciplina.
La guerra que luchamos cada día es muy sutil. Necesitamos tener una mente absorbida por los pensamientos de Dios, porque una distracción puede ser fatal.
Nuestra cabeza tiene que estar 24 horas atenta, por eso Jesús dice: “Velad y orad…” (Mateo 26:41). La oración es importante, pero velar es más, para que no nos decepcionemos con la fe.
¿Cómo está su pensamiento?
¿Usted ya se detuvo para evaluar lo que le hace mal? ¿Qué estimula en usted el pensamiento de cosas impuras?
Mire el consejo que la Palabra de Dios trae:
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4:8
Es eso lo que debemos practicar. La mente que tiene acceso a Dios es una mente pura, a pesar de cometer errores. Pero, al mantenerla pura, cometemos menos errores y damos más frutos. Yo solo puedo y debo darle atención a Dios y no a los otros.
Dios conoce las intenciones de nuestros pensamientos. Las personas quieren todo de Dios, pero no quieren sacrificar sus vidas, voluntades, en pro de Sus pensamientos.
La plenitud de Dios depende de nuestra entrega plena a Él.
“Si tú Le buscares, Lo hallarás; mas si Lo dejares, Él te desechará para siempre.” 1 Crónicas28:9
El que siembra cosecha.
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