“Si obedeciereis cuidadosamente a Mis mandamientos que Yo os prescribo hoy, amando al SEÑOR, vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite. Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás.”
(Deuteronomio 11:13-15)
La promesa Divina de que supliría las necesidades de Su pueblo saciada y abundantemente estaba condicionada exclusivamente a la obediencia. Si hay obediencia, hay respuesta por parte de Dios.
Este fue el criterio usado por el SEÑOR para salvar a los hebreos del ángel de la muerte en Egipto, la obediencia incondicional. Ellos tenían que sacrificar un cordero, esparcir la sangre en los postes y en el dintel de la casa, asar la carne en el fuego, comerlo con panes sin levadura y hierbas amargas. “Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua del SEÑOR.” (Éxodo 12:11) La vida de cada familia dependía de su obediencia a ese mandamiento. De nada más.
Obediencia: vida;
Desobediencia: muerte.
El mismo criterio se aplica en los días de hoy, inclusive para el recibimiento del Espíritu Santo. Quien quiera recibirlo, primero tiene que renunciar a las actitudes incorrectas. A partir de ese esfuerzo de fe, recibe la visita del Señor Jesús, que lo bautiza con el Espíritu Santo.
“Y sabréis que Yo soy el SEÑOR, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo Mío. Y pondré Mi Espíritu en vosotros, y viviréis…” (Ezequiel 37:13-14)
Jesús ya abrió las sepulturas. ¡Los enterrados en los pecados tienen que dejarlos y huir deprisa!
En la huida, encontrarán al Señor Jesús.
La obediencia a la Palabra de Dios significa el libramiento del ángel de la muerte y el recibimiento del Ángel de la Vida;
¿Cuál es su elección?
Haga su parte y después el Señor hará la de Él.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo