Considerar a todos los africanos como potenciales transmisores de la enfermedad es un gran error. África no es un país, sino un continente, nada más y nada menos que el segundo con la mayor concentración de habitantes de todo el planeta Tierra. En total contiene 60 países y más de 1 billón de habitantes, culturas, hábitos muy diferentes y no es una población homogénea con costumbres iguales entre sí.
Hasta el momento, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los casos de ébola ya afectaron a cinco países de África, estos son Guinea, Liberia, Sierra Leona, Senegal y la República Democrática del Congo. El último día 20 del corriente mes, Nigeria fue declarada libre de ébola, después de permanecer 42 días sin ninguna nueva contaminación confirmada. Ya fueron registrados casos en España, Francia y en los Estados Unidos.
De acuerdo con la OMS, se han confirmado más de 9 mil casos. Este es el peor brote jamás registrado, con al menos 4.400 muertes debido a la contaminación. Las autoridades decretaron un “estado de emergencia sanitaria mundial” en el intento de contener el virus.
El pánico generado por la contaminación ha sido enorme, pero la información detallada acerca de la enfermedad no se extendió con la misma intensidad. Faltan conocimientos y sobran prejuicios.
Es importante destacar que la enfermedad es causada por un virus muy infeccioso, que causa una fuerte fiebre hemorrágica y puede causar la muerte. La contaminación no ocurre a través del aire, sino por medio del contacto directo con la sangre o con fluidos corporales como el sudor, la saliva, la orina, las heces, el semen, o las lágrimas. No existe una vacuna específica para el ébola, que puede atacar a adultos, niños, ricos y pobres, sin ninguna distinción. Los profesionales de la salud que atienden a personas con la enfermedad y familiares de los enfermos están más sujetos a los riesgos de contaminación.
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