Era una noche infeliz en Betania, Jerusalén, cuando Jesús cantó. Probablemente no fue la única vez que Él cantó, pero el hecho de que es la única vez narrada en la Biblia resalta lo cuán emocional es la música.
Entregado a la emoción de la noche del jueves, un día antes de la crucifixión, Él lo hizo junto a Sus seguidores: “Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.” Mateo 26:30
En su blog, el obispo Renato Cardoso resalta las circunstancias en que el himno fue entonado: “La única vez que la Biblia relata que Jesús cantó fue la noche en que fue traicionado, en la misma ocasión en la que menciona que Su alma estaba profundamente triste.”
Jesús había terminado de establecer la Nueva y Eterna Alianza con Sus discípulos. Él sabía que en pocas horas comenzaría el proceso de humillación que le brindaría la salvación a la humanidad.
De hecho, después de llegar al Monte de los Olivos, Él le afirmó a Pedro, a Santiago y a Juan, que Lo acompañaron al lugar desierto donde fue a orar: “Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Mateo 26:38
Más que emoción
Renato Cardoso llama la atención sobre otro hecho: “La música es algo esencialmente emocional, y esa noche fue, sin dudas, muy emotiva para Él. Note, sin embargo, que Su cantar no Lo ayudó a pasar por aquellos momentos difíciles, pero Su espíritu sí.”
El escritor se refiere al versículo en el que Jesús insiste para que Sus amigos oren por Él: “Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.” Mateo 26:38
El obispo explica que ese pasaje bíblico es de gran importancia por mostrar que el Señor Jesús tenía emociones humanas en aquella situación. Sin embargo, en el momento de Su verdadera lucha, Él recurrió a la fe.
“La música es algo muy bueno. La música es algo excelente, maravilloso. Pero cuando el tema es vencer batallas, la fe es la que ayuda, nada más”, afirma el obispo. “Por lo tanto tenga cuidado con sus emociones, pues, en una guerra lo pueden llevar a la derrota.”
El Señor Jesús no se rindió a las emociones. Al contrario, estuvo consciente todo el tiempo, oró al Padre y actuó como correspondía.
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