Aquellos que viven estresados y guardan rencor tienen más probabilidad de desarrollar enfermedades. Esta es una creencia que parece comprobarse en individuos que sufren con dolores y disturbios en el cuerpo durante períodos de dificultad emocional. Pero ¿las emociones no resueltas pueden realmente generar una enfermedad?
Estudios publicados en los últimos años en el mundo indican la relación cada vez más estrecha entre los sentimientos guardados y el desarrollo de enfermedades. La doctora en psicología clínica Carmen Maria Bueno Neme explica que las emociones, negativas o positivas, causan alteraciones en el sistema inmunológico- responsable por la defensa del cuerpo. Esos cambios terminan interfiriendo en todo el funcionamiento del organismo.
Carmen alerta que la acción del estrés sobre el cuerpo puede provocar cambios en el funcionamiento de las células y en las defensas del cuerpo, llevando al desequilibrio. “El estrés es un conjunto de reacciones psico-neuro-endócrinas e inmunológica natural y necesario a la adaptación. El problema ocurre cuando no podemos solucionarlo y volver rápidamente al equilibrio. Es el caso, por ejemplo, cuando guardamos rencor o rabia y, de esa forma, no logramos volver a la condición de equilibrio”, dice ella.
La psicoanalista Elizandra Souza defiende que las enfermedades son una de las formas encontradas por la mente para descargar tensiones generadas por los sentimientos acumulados. “Cuando hay un conflicto interno, debido a la tristeza, a la frustración o a un rencor, el psiquismo comienza a trabajar para que esa energía mala sea expulsada. Lo que llega al cuerpo es una forma de descarga.”
Según ella, cada persona encuentra una forma de liberar las tensiones. Eso puede suceder por medio de la actividad física, de conversación con amigos o un encuentro con los familiares. Sin embargo, la respuesta también puede ser perjudicial al organismo. “Algunas personas pueden desenvolver una obsesión, una compulsión, un disturbio psíquico y otras enfermedades”, señala la especialista.
Las emociones y el cáncer
Desempleo, peleas familiares, pensamientos negativos, rencores y recuerdos traumáticos generan alteraciones inmunológicas inevitables, como afirma Carmen, que es profesora del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias de Bauru, en el interior de San Pablo. “Hay una disminución en el número de linfocitos y también una disfunción. Este es el motivo por el cual los sentimientos y las emociones hacen parte de los factores que generan enfermedades, entre ellas el cáncer.”
En una investigación realizada con mujeres con y sin cáncer, ella descubrió que las que tenían la enfermedad presentaban más dificultades para lidiar con situaciones de estrés en los últimos cinco a diez años antes de la enfermedad. Las mujeres con cáncer guardaban más rencores y no reanudaban la vida después de situaciones como duelo, separación y traición.
Carmen argumenta que el estrés no es el único factor responsable por el cáncer y otras enfermedades complejas. Estas enfermedades dependen de una serie de factores para el desarrollo, tales como genéticos, ambientales e inmunológicos, además de los hábitos de vida.
La rutina es una villana
Los problemas familiares, en el trabajo o en las relaciones sociales pueden provocar desequilibrios en la salud. Sin embargo, la buena noticia es que este tipo de estrés puede controlarse. El secreto está en forma de encarar y lidiar con las dificultades que la vida presenta.
La psiquiatra Elizandra Souza cree que nadie está libre de conflictos y dificultades, pero todos necesitan identificar lo que pasa en su interior. “En general, nosotros pensamos mucho más en las cuestiones externas, como dinero y trabajo, pero dejamos los temas internos para después. Así, vamos guardando tristezas, resentimientos y rencores. Hay personas que viven en función del rencor y no logran vivir otras cosas, principalmente las que le dan muchas vueltas a las situaciones.”
“La cura interior”
El obispo Francisco Decothé (foto de al lado), que realiza la reunión de la cura del cuerpo y del alma, los martes en el Templo de Salomón, en San Pablo, cuenta que muchas personas que buscan ayuda espiritual para enfrentar las enfermedades relatan la acumulación de rencores y resentimientos. “La persona con rencor está más triste, más cerrada, más rencorosa. El rencor no es algo bueno, trae sentimientos negativos y también contribuye para que las fuerzas del mal actúen en la vida de la persona”.
El obispo aconseja que las personas inviertan en la salud y guarden el corazón de los rencores. “Es muy común encontrar a personas que invierten en bienes materiales y se olvidan del corazón. Las personas necesitan invertir en mantener el corazón limpio y el alma limpia. Cuando su corazón se corrompe y guarda ese resentimiento, su cuerpo traerá la respuesta.”
El obispo Decothé enseña que el primer paso para evitar rencores es el perdón. “Es importante perdonar a quien le hace mal, independientemente de quien sea. El mayor perjudicado por el rencor es la persona que tiene rencor. Es la que envejece, se enferma y sufre.”
Heridas internas
Evelyn Higginbotham (foto de al lado) descubrió en el perdón una forma de transformar su propia vida. Y eso sucedió a los 40 años de edad, mucho tiempo después de un abuso sexual que sufrió del propio padre en su infancia. En esa época, Evelyn aconsejaba a mujeres abusadas en una unidad de la Universal en Los Ángeles, en Estados Unidos. “A través del trauma que tuve en la infancia, también pequé porque tenía muchos rencores. La persona más culpable era mi padre, pero, aún así, yo dejé que las cosas negativas entren. Cuando algo malo sucede con nosotros, no sabemos cómo lidiar con ese problema, especialmente los niños. Por eso, ellos dejan que otros males entren en su corazón. Allí, ellos acumulan muchas cosas hasta que se enferman.”
Evelyn Cuenta que no llegó a estar enferma, pero tenía muchas heridas internas que solo fueron curadas después del perdón. “Dios me enseñó a observar a mi padre como un alma perdida y no como a un hombre malo que merecía odio y repudio, como un hombre con debilidades que necesitaba compasión y oración. Eso cambió todo en mí, porque, de aquel momento en adelante, yo sabía cómo lidiar con cualquier tipo de injusticia de cualquier situación de una forma saludable y espiritual.”
Dolor en el pecho
En el 2015, la periodista Karen Salvador (foto de al lado), de 25 años, pasó por dos grandes pérdidas en un intervalo de dos meses: la muerte de la tía y la abuela. “Yo no quería que mi familia sufriera. Yo me mostraba fuerte, no lloraba.” Karen se encargó de todas las cuestiones burocráticas relacionadas al fallecimiento de la abuela.
Poco tiempo después, ella comenzó a sentir fuertes dolores en el pecho. En la guardia Karen recibió medicamentos y hasta una inyección. “No podía trabajar, mi cuerpo estaba cansado, no me concentraba”, dice.
El origen del dolor solo fue descubierto cuando la periodista fue al médico por tercera vez. “El doctor me preguntó si me había pasado algo, allí le mencioné las pérdidas. Él me explicó que yo tenía un dolor emocional y que necesitaba descansar y superarlo”, recuerda. Karen, entonces, decidió cuidar de su vida espiritual. “Yo me apegué a mi fe y me di cuenta que necesitaba curar lo que estaba en mi interior.”
La actitud hizo que Karen dejase de acumular tristezas y recuperase el ánimo. “Yo me estresaba mucho por las cosas que no podía solucionar. Ahora, aprendí a no guardar más esos sentimientos.”
Muchas personas hacen y reciben oraciones para tratar enfermedades incurables en las reuniones de cura y liberación en la Universal. Las cadenas se realizan todos los martes a las 8, 10, 16 y 20h. Vea la dirección en la Universal más cercana a su domicilio. Ingresando aquí.
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