Usted se equivocó, se equivocó bastante. Y ahora siente tanta vergüenza que todo lo que quiere es esconderse, meter la cabeza en un pozo y que nadie lo encuentre. No logra dejar de culparse. Al fin y al cabo, lo que usted hizo parece imperdonable, y cree que no hay nada que cambie esa realidad. Desistir de todo, y enredarse cada vez más en ese camino equivocado, es la única opción que logra ver.
Pero, aunque su error esté bien delante de sus ojos, casi pegado a su rostro, eso no lo descalifica ante Dios. Usted necesita, sí, “desistir” de los errores y apartarlos totalmente de su vida para que puede seguir adelante. (Génesis 27:18)
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