Analicemos estos pasajes:
“Amo al SEÑOR, porque oye mi voz y mis súplicas. Porque a mí ha inclinado Su Oído; por tanto Le invocaré mientras yo viva”. Salmos 116:1-2
Tiene que haber de tu parte un apelo a Dios por lo que te ata, es decir, por las injusticias del infierno que estás viviendo.
“Los lazos de la muerte me rodearon, y los terrores del seol (infierno) vinieron sobre mí; angustia y tristeza encontré”. Salmos 116:3
Debe haber resistencia y determinación, y no aceptar seguir atado a los terrores del infierno, causadores de la angustia y tristeza.
“Invoqué entonces el Nombre del SEÑOR, diciendo: Te ruego, oh SEÑOR: salva mi vida”. Salmos 116:1-4
Tenés que insistir, invocando y rogando al Señor mientras vivís, para que obtengas la Salvación de tu vida, como problemas resueltos, objetivos alcanzados, sueños realizados.
“Clemente y Justo es el SEÑOR; sí, Compasivo es nuestro Dios”. Salmos 116:5
También es necesario que reconozcas que el Dios Vivo es Juez, Clemente, Justo y Compasivo.
“El SEÑOR guarda a los sencillos; estaba yo postrado y me Salvó”. Salmos 116:6
Observá que Dios Guarda a los sencillos y humildes, aunque estén postrados, sin fuerzas, desanimados; lo hace para hacer Justicia, que es la Salvación.
Pero, para que esto suceda, debés arrepentirte y entregarLe tu vida.
“Vuelve, alma mía, a tu Reposo, porque el SEÑOR te ha colmado de Bienes”. Salmos 116:7
El único lugar donde podés encontrar reposo para tu alma es en los Brazos del Padre y Justo Juez. Él te acepta, así como estás, pero espera que valores Sus Bienes, que son: Paz, Alegría, Amor, Fuerza, Seguridad, Dominio Propio, Mansedumbre, derivados del Perdón y de la Salvación de tu alma. Dios quiere llenar tu alma de Sus Bienes.
“Pues Tú has Rescatado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, mis pies de tropezar”. Salmos 116:8
¡Lo imposible para los hombres siempre será POSIBLE para Dios!
Primeramente, el rescate del alma, el Perdón, la Salvación y el Bautismo con el Espíritu Santo.
Y las lágrimas de soledad, condenación, tristezas y miedos ya no existirán, solo habrá lágrimas de alegría.
Y tus pies no volverán a tropezar en los mismos errores, no volverás a practicar la injusticia.
“Andaré delante del SEÑOR en la tierra de los vivientes”. Salmos 116:9
Si practicás la justicia, no aceptás las injusticias impuestas por el mal ni los malos. Aun sufriendo injusticias, seguís andando delante del Señor, el Justo Juez, con integridad, fidelidad, confianza, humildad, en sacrificio, porque querés en esta vida, “en la tierra de los vivientes”, glorificar a Dios con una vida justificada, realizada.
“Yo creía, aún cuando decía: Estoy muy afligido”. Salmos 116:10
Aunque tu estado sea muy grave y todos te consideren un caso perdido; estando muy afligido, humillado, sufriendo una gran injusticia, ¡decidí CREER!
Este Salmo nos presenta una perfecta analogía con un juicio:
• Mensaje = presentación del caso
• Palabra de Dios = Ley
• Caso verídico = evidencia
• Oración = alegato ante el Juez
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Ob. Julio F.