A nuestro alrededor siempre existirán personas con necesidades diferentes, y, muchas veces, incluso mayores que las nuestras. Sin embargo, en la rutina diaria, no nos damos cuenta de las necesidades de ellas, tan solo de las nuestras (es decir, apenas nos damos cuenta de las nuestras). Pero cuando logramos suplir la necesidad de alguien, suplimos una necesidad nuestra también: la necesidad de ser útil.
Un pasajero en el tren subterráneo de Nueva York filmó y posteó en Facebook, a principios de este mes, el momento en que otro pasajero reacciona de manera sorprendente cuando ve a un habitante de calle que estaba en el mismo vagón que ellos, sin camiseta y con frío.
Vea a continuación el video y sepa cuál fue la reacción que ya tuvo 12,5 millones de reproducciones y que ya fue compartida más de 250 mil veces.
El Maestro hizo lo mismo
Lo que ese joven hizo fue practicar la lección que el propio Señor Jesús nos enseñó.
Durante la última cena, Él estaba reunido con Sus discípulos y, de repente, se levantó, se sacó la capa, se ciñó con una toalla, puso agua en una tinaja y comenzó a lavar los pies de cada uno de los discípulos y a secarlos con la toalla con la que estaba ceñido. Después de haber lavado los pies de todos dijo:
” Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si Yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.” Juan 13:14-15.
Si el Señor Jesús, siendo el Hijo del Dios Altísimo, se curvó para servir a Sus siervos, cuánto más nosotros. Eso es lo que Él espera, que nos sirvamos los unos a los otros, asegurándose de que se suplan las necesidades mutuas.
Mientras que la lógica del mundo es que el mayor sea servido, y muchos buscan incansablemente riqueza y éxito exactamente para tener personas a su entera disposición, la lógica de Cristo es que el mayor sirva a los demás (Mateo 23:11).
Si usted es el “mayor”, se entiende que es porque tiene más. Y es por esa razón que el Señor Jesús dijo que más bienaventurado es el que da, que el que recibe (Hechos 20:35), al contrario de lo que muchos piensan por allí cuando hacen caridad. Creen que es más feliz el que está recibiendo. Para el Señor Jesús, no. Porque el que da lo hace porque tiene condiciones para hacerlo, y el que recibe aún no.
Para el mundo, cuando más personas la sirven, más importante es la persona. Para Dios, cuanto más personas usted sirve con amor y respeto, más importante será para Él.
Siempre tenemos que suplir la necesidad de alguien y servirlo. Ya sea escuchando cuidadosamente, aconsejando con amor, cuidando, o enseñando lo que sabe. Estar atento a lo que sucede a su alrededor es que hace la gran diferencia. Muchas veces, lo único que podrá hacer por alguien es orar, y eso no es poco. Es un gesto de amor poderoso, tan fácil de ejecutar y tan ignorado.
Y recuerde: “El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado.” Proverbios 11:25
No hay ningún bien que hagamos que no cosechemos en esta vida.
Ahora, mire a su alrededor, ¿qué puede hacer para ayudar de alguna forma a esa persona que está cerca suyo?
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