Vivir por fe es vivir en la dependencia del Espíritu de Dios.
Es mirar hacia adelante, siempre;
Es ignorar los momentos tristes del pasado y seguir adelante;
Es tomar posesión de la promesa de que Dios es El mismo ayer, hoy y para siempre;
De que, así como Él estuvo en el pasado con Sus fieles, Él está con los fieles de hoy;
Es ser sordo a las voces que resuenan en el mundo, a los consejos de tontos, especialmente, a los de aquellos que no tienen nada que ver con la fe viva en el Dios Vivo;
Es despreciar las opiniones ajenas y abastecer al alma con la opinión de Dios;
Es dudar de las dudas;
Desafiar los miedos;
Ignorar a los estúpidos sentimientos del corazón;
Es definirse como aliado de Dios, definitivamente;
Es aplicar el consejo Divino:
“… una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante…“ Filipenses 3:13