Es importante tener ejemplos de liderazgo en los cuales sea posible fundamentar la conducta. La Biblia siempre auxilia en ese sentido, nos da lecciones sobre las que es posible aprender, con base en caminos que ya fueron recorridos y que pueden ser seguidos.
El Libro Sagrado relata historias que son inspiradoras para todos. Inclusive los empresarios pueden colocar en práctica sus planes teniendo la orientación de quien vivió tantas experiencias que, inevitablemente, se repiten en los días de hoy.
En la Biblia hay héroes que cometen errores en búsqueda del éxito, no solo porque son humanos y equivocarse forma parte de la lección, más que nada, porque conocieran a Dios y eso fue primordial para su éxito. Son hombres que fueron sometidos a la aprobación divina y pasaron la prueba.
Uno de ellos, cuya historia vale recordar, es Jacob. Él era el hermano gemelo de Esaú. Ambos eran hijos de Isaac. Aun nacidos en un mismo parto, poseían varias diferencias: Esaú era grande, fuerte y velloso, mientras que Jacob era hermoso y de piel suave. Como Esaú nació un poco antes que Jacob, él tenía el derecho de la bendición. Esaú sería el principal heredero de Isaac.
Sin embargo, un día, ayudado por su madre, Rebeca, Jacob se cubrió con piel de cabra para parecer velludo y se presentó delante de Isaac. El anciano estaba ciego y no se dio cuenta que se trataba de Jacob. Le dio la bendición creyendo que era Esaú. Su hermano mayor, airado, juró la muerte de Jacob.
De engañador a engañado
El muchacho tuvo que huir de su casa y se quedó sin la herencia de su padre. Aventurándose por el mundo, Jacob, tuvo un sueño: vio una escalera que unía a la Tierra con el cielo y ángeles que descendían y subían por ella. Sin embargo, sólo llegaría a comprender el significado de ese sueño, años más tarde.
El joven fue a vivir con su tío Labán. Una vez allí, se enamoró de su prima Raquel. Para tenerla como esposa, trabajó como siervo de su tío durante 7 años. Pero Labán lo engañó. Le dio en matrimonio a su hija mayor, Lea. En esa época, estaba permitido tener más de una esposa y Jacob trabajó como siervo por otros 7 años, para poder casarse con Raquel.
Aquel que luchó con Dios
Cuando decidió abandonar la casa de su suegro, Jacob llevó consigo a sus esposas, a las siervas de ellas, a un gran rebaño y a todos sus hijos. Sin embargo, en el camino de regreso, tuvo un encuentro con un hombre misterioso, de ojos brillantes. Se dio cuenta de que era un ángel usado por Dios y quiso que lo bendijera. Finalmente comprendió el significado del sueño de la juventud.
Como el ángel al principio se rehusó a bendecirlo, lucharon toda la noche. Finalmente, Jacob logró lo que quería: el ángel le dio la bendición que lo acompañaría por el resto de su vida y que sería transmitida a todas las generaciones posteriores a él.
El ángel también le dio un nuevo nombre: Israel, “aquel que luchó con Dios”. Al día siguiente, Jacob se reencontró con su hermano mayor, Esaú, que después de tantos años ya lo había perdonado.
Lecciones para los emprendedores
La historia de Jacob nos muestra la importancia de querer estar cerca de Dios, llegando al punto de luchar por Su bendición. El héroe pagó por su engaño. Fue engañado por su suegro y trabajó duro para poder conquistar lo que quería.
Más tarde, realmente se arrepintió de lo que había hecho con su hermano Esaú. Aunque comprendiendo que Dios estaría a su lado, tuvo que mostrarle al Señor de los Ejércitos que realmente quería sus bendiciones. Luchó con un ángel para probar eso.
Ahora, imagine la situación de un empresario que engaña a un familiar o a un cliente en nombre del éxito. La justicia divina puede tardar, pero no fallará en alcanzarlo. Jacob comprendió eso después de varios años.
Podría haberse ahorrado su trabajo y, antes de todo eso, seguir conforme los preceptos de Dios. Pero él era humano y necesitaba aprender. Lamentablemente, aprendió de la manera más difícil: por el dolor.
Jacob terminó siendo bendecido. Su vida fue transformada. Eso quedó demostrado en el nuevo nombre que recibió: Israel. La bendición divina fue transmitida a sus hijos y, por medio de ellos, a nosotros.
Usted no necesita soñar con Dios para conocer Su importancia en su vida. Eso ya está claro.
La pregunta que no quiere callar es: ¿Usted ha luchado para tener una nueva identidad, al igual que Jacob? Si aún no lo ha hecho, ¿qué está esperando?
Tome una actitud vencedora: ¡piense y póngase en acción!
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