Los casos de víctimas de bullying que caen en depresión o los que llegan al suicidio, lamentablemente, no son raros. Los que sobreviven, a lo largo de la vida, tienen mucho trabajo -al igual que sus familiares y amigos- para llegar a la superación debido a las secuelas psicológicas. Tales secuelas pueden ser peores aun, según un estudio presentado en la 121ª Convención Anual de la Asociación Americana de Psicología (APA, sigla original), realizada en agosto, en Hawai, Estados Unidos.
Cerca del 14% de personas que sufrieron bullying continuamente, en la infancia o en la adolescencia, fueron a parar detrás de rejas años más tarde, según un estudio coordinado por el criminólogo Michael G. Turner, del Departamento de Justicia Criminal y Criminología de la Universidad de Carolina del Norte (UNC, sigla en inglés), Estados Unidos. “Mientras investigaciones anteriores analizaron el bullying, específicamente en algunas fases de la vida de la víctima, esta tuvo como foco la práctica continua a lo largo de su infancia y adolescencia, y las consecuencias legales en los últimos años de la adolescencia y en la edad adulta”, compara Turner.
Los índices de víctimas de bullying que se transformaron en criminales o infractores son menores en relación a aquellos que no fueron discriminados continuamente. Cuanto más tiempo, mayor el trastorno psicológico generando personas rebeldes que, tarde o temprano, pueden “descargar” en otros individuos o en la sociedad los abusos sufridos.
Otro dato alarmante: las mujeres víctimas de bullying crónico siendo menores, los daños psicológicos son mayores que en los hombres. Ellas tienen una probabilidad significativamente mayor que la de ellos a consumir drogas, alcohol y llegar a detenciones y condenas, según la investigación de la UNC. Turner utilizó índices recolectados de las investigaciones del Departamento de Trabajo de Estados Unidos y del Bureau de Estadísticas de la Justicia.
“Ese estudio pone en relieve el importante papel de los profesionales de la salud – como médicos y psicólogos – quienes deben actuar desde temprano en la vida del niño, cuando el bullying no es debidamente tratado por profesores, padres o responsables”, explica Turner. “Con preguntas apropiadas durante los exámenes médicos de rutina, esos profesionales pueden ser el primer punto de contacto con la víctima infantojuvenil. Los programas que le enseñen al niño a lidiar con los impactos negativos del bullying continuo, pueden marcar la diferencia para que no sea un futuro presidiario”, concluyó el criminólogo.