Teresa Romero sufrió gran parte de su vida: “Crecí con tristeza, fumé desde los 16 años. Con el vicio llegó la bulimia y la anorexia nerviosa.
Formé una familia a los 18, los golpes se hicieron algo cotidiano entre nosotros. Sufría pesadillas y apariciones que me atormentaban. Intenté matarme, matar a mi esposo y a mis hijas. Lo ataqué con un cuchillo, en ese momento, mi madre, concurría a la Universal e hizo que reaccionara.
Me llevó directamente a la iglesia. Pasé por un proceso de liberación. Dios me dio una chance y encontré la felicidad”.
Sin embargo, su hijo, Lucas Nieva estaba en peligro: “Él comenzó a aislarse y a mentir”.
Una joven y atormentada vida
“A los 16 años, empecé con un cigarrillo, después fue la marihuana, la cocaína y las bebidas alcohólicas. Deseaba conocer la sensación de estar intoxicado. Eso me llevó a tener problemas de salud.
Usaba las drogas como un antifaz, para mostrar algo que no era. Cuando se iba el efecto, me sentía sucio, amargado y con mucha bronca.
Empecé a robarles a mis padres para comprarlas y ellos dejaron de confiar en mí”, aseguró Lucas.
“Lo encontré borracho en la calle y no me reconoció. Me obviaba, contestaba que estaba bien. Lucas no era mi hijo, me trataba como una simple conocida.
Yo sabía que él no podía dormir de noche, deambulaba por la casa y no pedía ayuda. Ahí fue que dejé de lado mis sentimientos y empecé a luchar con fe”, recuerda ella.
El estaba a punto de tocar fondo: “El peor momento de mi vida fue la noche en que vi una sombra negra. Se acercó y me estaba ahorcando. Intenté gritar, pero no podía. Se reía, supe que esa era mi última noche, me estaba asfixiando. Me di cuenta de que debía pedirle ayuda a Dios, aunque las palabras no salían. En ese momento volví a respirar. Lloré y tomé consciencia que no era un juego y dejé todo. Aunque pase por momentos difíciles, en mí, estoy seguro de que estaré bien. Tengo una salud perfecta y recuperé a mi familia. Me bauticé en las aguas y fui bautizado con el Espíritu Santo”. “Hoy hay confianza, respeto y amor. Quiero que sepan que es posible rescatar a ese ser amado que está perdido en las adicciones. Deben venir y probar lo que Dios puede hacer”, finalizó Teresa.
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