María Cristina Salas enfrentaba serios problemas económicos, estaba enferma y tenía vicios. Además su familia estaba desunida, había peleas y se llevaba muy mal con su hija, ya que nunca la escuchaba porque siempre estaba nerviosa.
Con frecuencia padecía debido a los problemas digestivos y a fuertes dolores de cabeza y en las extremidades inferiores. Siempre había algo que la ponía de mal humor.
Si bien tenían trabajo, no podían salir adelante, perdían siempre, si no los estafaban, eran malos negocios o sino los proveedores dejaban de trabajar de un día para el otro.
Esta situación fue generando deudas cada vez mayores, llegaron a deberle a los bancos y no había forma de realizar los pagos. Sin embargo, había una salida y, de hecho, María Cristina la alcanzó.
“Hacíamos malos negocios, lo último fue comprar un vehículo y no poder pagar las cuotas. Eso nos llevó a tener muchos problemas porque le debíamos a todo el mundo.
En esas condiciones conozco la Universal a través de un periódico. Al participar de las reuniones escucho hablar al pastor de una profecía, creo en lo que dice y decido hacer un sacrificio para enviar un pedido a Israel porque realmente deseaba cambiar mi vida.
Necesitaba que algo sucediera conmigo y con mi familia.
La respuesta no se hizo esperar, entonces hice varios sacrificios más, porque Dios siempre responde a mi pedido. Él restauró todo, ya no hay vicios ni enfermedades.
Estamos unidos, podemos mantener charlas, incluso trabajamos juntos porque el negocio que antiguamente teníamos lo cerramos y abrimos otro nuevo que es mucho más grande y nos genera ganancias.
La casa vieja la cambiamos por una casa a estrenar, los vehículos son todos 0 kilómetro, el vehículo que no podíamos pagar fue reemplazado por un vehículo importado 0 kilómetro y ahora estoy con la construcción de otra casa también”, cuenta María Cristina feliz por todo lo que Dios realizó en su vida.