Cuando empecé a leer sobre la construcción del Templo de Salomón, entre tantas cosas, lo que más me llamó la atención fueron los “detalles” de cómo fue construido. No recuerdo algo que faltara, pues todo estaba bien detallado allí. Y cuando la reina de Sabá llegó hasta Salomón y el Templo, quedó impresionada con lo que vio, pues por más que hubiese oído sobre ellos, la realidad superaba lo esperado.
Así tiene que ser con nuestra vida en los días de hoy. Tengo la certeza de que muchas personas la conocen, o por lo menos ya escucharon mencionar su nombre. Pero, ¿acaso se admiran al conocerla? ¿Acaso se quedan maravilladas con la obra de Dios en su vida? La reina de Sabá observó hasta los mínimos detalles, e incluso por los detalles se sorprendió.
¡Hoy somos el Templo del Espíritu Santo y las personas también esperan ver maravillas en nuestra vida! Qué privilegio, ¿no?
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