Para que un aparato eléctrico funcione, cada cable, por menor y más fino que sea, debe estar debidamente conectado. Si solo uno no lo estuviera, todo el funcionamiento del aparato es comprometido. Cuando esto sucede, no importa cuán lindo o moderno sea el aparato. La ruptura de un único cable puede hacer que este pierda su función y pase a ser inútil.
Los detalles que mantienen la fe en actividad son como estos cables. Normalmente, nadie les da importancia, pero son justamente estos los responsables por mantenerla en funcionamiento. Cada uno de estos cablecitos es una corta oración o un pensamiento acerca de la Palabra, que lo coloca bajo la protección, la dirección, la dependencia y los cuidados de Dios. Son ellos los que le garantizan la integridad física y espiritual, y no el hecho de tener el Espíritu Santo. Por despreciar estos detalles, muchos que son de Dios se han perjudicado, y algunos han llegado incluso a perder la propia vida.
A fin de cuentas, no sirve tener las armas en las manos y no usarlas en la guerra, no sirve ser de Dios y no protegerse de las embestidas del diablo. Usted comete errores y queda vulnerable a los errores de los demás cuando sus cables no están conectados a Dios. Este es el motivo del mal funcionamiento del aparato de la fe.
Coloque a Dios delante de las cosas pequeñas de su vida también. Este ejercicio constante de la fe neutraliza la acción del diablo y le protege de las fallas humanas. Pídale que bendiga a los profesionales a los cuales usted va a recurrir, que guíe a los medios de transporte que usted va a usar, que guarde su salida y su llegada y que elimine las inspiraciones del diablo de la mente de las personas que están a su alrededor. Eso es la base para que usted continúe viviendo, luchando y venciendo. Así, usted mantendrá las condiciones físicas y espirituales para continuar trabajando a favor del Reino de Dios.
Deles la debida importancia a los detalles – ellos marcan la diferencia. Solo uno de ellos puede ser decisivo en lo que sucederá o dejará de suceder en su vida. Tanto las bendiciones de Dios como las tragedias provocadas por el diablo nacen a partir de los detalles. Entre los dos, lo que interferirá en las cosas pequeñas relacionadas a usted, no siempre será aquel a quien le entregó su vida, sino que será aquel a quien le permitió actuar – sea a través de una oración o una falta de la misma.