Héctor: “Yo soy oficial de máquinas de la Marina Mercante, en el año 2015 la empresa petrolera en la que trabajaba me despidió. Me deprimí porque pensaba navegar dos años más con la empresa y jubilarme. En ese momento, le pedí a Dios que me ayudara a encontrar trabajo, a los dos meses conseguí uno mejor pago del que tenía.
Paralelo a eso, siempre me inquieté por tratar de invertir. A medida que fui ahorrando, trabajé para sacarle el mayor provecho posible al dinero que tenía.
Me empecé a interiorizar en la compra y venta de acciones. Agarré el dinero que tenía ahorrado, más el plazo fijo y los dólares que tenía e invertí todo en acciones. El resultado fue que en el 2015 el capital se incrementó en un 80% y el año pasado un 90%. Este año invertí nuevamente en tres empresas, Dios me dio la visión.
En lo que va del año, las acciones de una de las empresas aumentaron un 38%, otra un 86% y la más chica un 201%. Viniendo al Congreso, Dios abrió mi visión, yo solo no lo podía hacer. Ahora me doy el gusto de cambiar el coche cada dos años. Y con el dinero que llevo ganado este año, mi esposa y yo compramos un departamento a estrenar”.
Aidé: “Tengo un emprendimiento de comidas y usé el llavero luminoso como el siervo de Dios decía. Alumbré todas las mesas y todo lo que uso. Como resultado, aumentaron los clientes, ya no doy abasto, estoy prosperando y voy por mucho más”.
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