“Y dijo el Señor: No contenderá Mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.”, (Génesis 6:3). Dios está hablando con el hombre, diciéndole: “Prestá atención, Mi Espíritu no va a disputar contigo, hombre, Yo no voy a imponerte que hagas Mi voluntad sin que tú la quieras hacer. Si no quieres hacer Mi voluntad, Mi Espíritu no actuará contigo”. Y esa es la razón por la que muchas personas buscan el Espíritu Santo y no Lo alcanzan. Quieren el Espíritu de Dios, pero no quieren renunciar a su voluntad, a sus deseos, a su codicia, a sus sentimientos.
Cuando Dios hizo al hombre no había muerte. Él hizo a Adán y a Eva para que vivieran eternamente. Hoy, la ciencia está buscando la fórmula de la vida eterna porque los científicos están convencidos de que el ser humano no tiene que morir. Es decir, la ciencia confirma lo que Dios ya dijo en Su Palabra.
Pero el hombre fue testarudo, cayó en tentación, rompió las reglas de comunión con Dios, la disciplina, fue excluido de la presencia de Dios y comenzó a morir. Al principio, vivía hasta 1000 años aproximadamente, pero por no querer seguir Su ley, la vida no dura más de 120 años.
Usted viene a la iglesia, es diezmista, es ofrendante, pero insiste en hacer su voluntad allá afuera. Es creyente, pero vive una vida perdida porque usted es terco, insiste en querer hacer su voluntad.
¿Usted sabe por qué Jesús es llamado Señor? Señor, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, quiere decir que está por encima de todo. No hay nada mayor, no hay nada más alto que Él. No se discute con el Señor.
El siervo andaba descalzo y cuando se presentaba delante del Señor no osaba ni siquiera levantar la cabeza y encarar el rostro de su Señor. El siervo no tiene voluntad, obedece a su Señor, independientemente de si le gusta o no.
Si usted no es siervo, no pertenece a Dios. Si no tiene el Espíritu Santo, no pertenece al Señor Jesús. Y si realmente tiene el Espíritu Santo, usted obedece, no es rebelde y se somete, no al pastor, no al obispo, no a la iglesia, sino a la Voluntad de Dios. Por eso el Propio Dios dijo: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.”, (Mateo 22:14). Muchos tienen fe en Jesús, pero no renuncian al señor de su corazón. Quieren establecer su voluntad, independientemente de la voluntad de Dios.
Dígame la verdad, honestamente, si Jesús viniera ahora, en este momento, ¿usted está seguro de que iría con Él? Porque aquí Él dice: “No contenderá Mi espíritu con el hombre para siempre…”, o sea, “no continuará Mi Espíritu insistiendo, diciendo: Conviértete, deja tu pecado, y vuélvete a Mí. Deja esa vida incorrecta”. Si usted no oye al Espíritu Santo, entonces Él se va y usted cae en el espíritu de frialdad.
De los tres siervos que recibieron talentos, uno fue lanzado al lago de fuego y azufre, porque fue infiel. De las semillas que fueron lanzadas, solo un cuarto dio fruto, o sea que el 25% de los que oyen la Palabra de Dios, obedece.
No me impresiona la cantidad de personas que viene a la Iglesia porque sé lamentablemente que la mayoría, si pasa el tamiz, va a caer, porque no tiene el Espíritu de Dios, porque no invierte en el Espíritu, no busca hacer la voluntad de Dios. Pero es usted quien decide, la vida es suya.
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