“Después se levantó Balac hijo de Zipor, rey de los moabitas, y peleó contra Israel; y envió a llamar a Balaam hijo de Beor, para que os maldijese. Mas Yo no quise escuchar a Balaam, por lo cual os bendijo repetidamente, y os libré de sus manos.”
(Josué 24:9-10)
El pueblo de Israel estaba obedeciendo a Dios, andando en Sus caminos. Entonces, cuando el rey enemigo intentó lanzar una maldición espiritual contra Israel, Dios transformó la tentativa de maldición en bendición. Cuando usted hace su parte en la alianza afirmada con Dios, es decir, cuando se esfuerza en obedecer a Su Palabra, puede contar con este tipo de protección.
No importa si alguien intenta maldecirlo, o si es víctima de envidia. El pacto que ha mantenido con Dios hace que Él no quiera escuchar la maldición y que obligue a la maldición a convertirse en bendición. Así, cuanto más lo maldigan, cuanta más envidia tengan, más bendecido usted será.
Esta es la razón de la importancia de tener un pacto, una alianza bien afirmada con Dios en el Altar. Al entregarle toda su vida a Él y asumir el compromiso de obedecerlo, usted se mantendrá bajo la protección Divina. Más importante que preocuparse por los problemas o por quien lo maldiga, preocúpese en agradar al Dios que lo bendice y que puede librarlo de las manos de cualquier persona, de cualquier espíritu, de cualquier problema.
Dios no quiso escuchar la maldición. Él elige no escuchar al mal. Así también sus hijos que eligen no escuchar al mal, sino que le prestan atención única y exclusivamente a la voz de Dios, serán libres de la maldición del enemigo.
Cumpla su parte en el pacto con Dios e incluso la maldición se transformará en bendición.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo