“Ciertamente Dios no oirá la vanidad, ni la mirará el Omnipotente. ¿Cuánto menos cuando dices que no haces caso de Él? La causa está delante de Él; por tanto, aguárdale.” (Job 35:13-14)
Los gritos vacíos son los gritos de duda. Un clamor religioso. Vanas repeticiones.
Reclamos sin actitud. Para comunicarse con Dios, el lenguaje es la fe. Aunque usted no Lo vea, coloque su causa delante de Él. Si su causa está delante de Él, entonces espere en Él, y ciertamente será oído. Esa es la simplicidad de la fe. Si su causa está delante de Él, ¿cuál es la razón de continuar en la desesperación? Solo hay desesperación si hay duda. Si tiene certeza de que su causa está con el Justo Juez, no existe ninguna razón para desesperarse.
Dios no le responde a quien clama dudando. No es que Él no quiera, solo que es imposible comunicarse sin el canal de la fe. El lenguaje de Dios. Cuando sus dudas están en alza, su fe está en baja. Cuando su fe está en alza, automáticamente sus dudas son derribadas. La fe y la duda no pueden ocupar el mismo espacio.
Para ser respondido, crea. No espere sentir que está creyendo. Usted puede incluso sentir lo contrario. Puede incluso sentir miedo, puede incluso sentir que duda. Pero decida creer. Ya hablamos sobre eso, pero nunca está de más recordarlo: la fe es una decisión consciente, no un sentimiento. Es una revelación dada a quien tiene sed. La sed es decidir contra lo que siente, contra lo que ve. Confiese aquello que cree. Manténgase firme en la promesa. Use su razonamiento, no sus sentimientos. Aférrese a lo que usted decidió, ignore lo que siente. Poco a poco, notará la fuerza en su espíritu. Esa es la fe. Su causa está delante de Él. Crea. La fe es lo que le dará firmeza a su clamor.
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Si usted está con miedo, duda o desesperación, le falta fe. No espere sentir, decida creer.
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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