Muchos cristianos, al no recibir la repuesta que necesitan en un momento de aflicción, piensan que Dios los abandonó y los dejó a merced de los problemas. Por este motivo, algunos naufragan en la fe y optan por vivir lejos del Abrigo del Altísimo.
Es importante destacar que, tarde o temprano, el seguidor del Señor Jesús pasará por desiertos, es decir, enfrentará dificultades inesperadas, calumnias, pérdidas, entre otras situaciones. En estas ocasiones, la fe del cristiano resulta desafiada por una adversidad.
Ahora bien, la persona es la que decide cómo reaccionar ante el problema. Si decide confiar en Dios, Él se responsabilizará por ella, pero asumirá el control de la situación de manera silenciosa.
Por lo tanto, aunque parezca que no hay salida ni solución, opte por permanecer en la fe. Su aflicción no será eterna. ¡Confíe! Dios no se olvidó de usted.