Pablo Acosta llegó a la Universal en una situación crítica, tenía deudas por un valor de $250.000 y había perdido sus bienes, pero cuando sacrificó en el Altar conquistó una vida que ni siquiera había soñado tener.
“Habíamos perdido la casa y el auto, con mi esposa nos quedamos en la calle. Pasamos hambre, mucha miseria, era desesperante. Eso trajo problemas entre nosotros, yo la maltrataba porque no encontraba una salida. Estaba muy angustiado, mi hijo estaba enfermo de asma crónica y no teníamos ni siquiera para poder comprar un puff, y él dependía del broncodilatador para poder respirar. Ante esa situación pensé en el suicidio porque no podíamos salir adelante, estábamos bloqueados.
Cuando llegué a la iglesia estaba la Hoguera Santa, entendí la parte del sacrificio y tomé una decisión porque o mi vida cambiaba o se terminaba allí. Generé mi sacrificio juntando cartón, latas y cobre, a la semana de presentarlo en el Altar tuve una respuesta: mi hijo fue sanado de asma crónica, después fui bendecido económicamente y el matrimonio fue transformado. En la segunda Hoguera Santa, ya tenía ahorros y decidí sacrificarlos, al poco tiempo Dios nos responde y conquistamos la casa y armamos una cartera de clientes muy importante.
En la última Hoguera Santa presenté mi sacrificio en el Altar y gracias a Dios hoy tenemos una empresa constructora con más de treinta empleados, conquistamos los autos de la empresa y pude cancelar la deuda. Le compré un auto a mi esposa por un valor de $300.000, estamos firmando contratos para obras civiles grandes, tenemos un proyecto nuevo de abrir un corralón para proveer materiales para las demás obras que están alrededor y en esta Hoguera Santa vamos por mucho más”.
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