“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.” (Génesis 50:20)
Eso es lo que sucede con los siervos de Dios. Cuando alguien intenta hacerles algún mal, Dios transforma el mal en bien e incluso beneficia a otras personas. Él no trae al mal, sino que aprovecha todas las situaciones para bendecir a los que creen. Por eso no tememos. Sabemos que todas las cosas cooperan para bien de aquellos que aman a Dios (Romanos 8:28).
Los envidiosos hermanos de José lo vendieron como esclavo. Intentaron hacerle mal. Pero Dios lo convirtió en bien para salvar a mucha gente. La intención de la persona puede incluso ser mala, pero porque usted está en Dios, Él convierte la maldición en bendición. La bendición reservada para aquellos que creen y obedecen a Su Palabra.
Esa es una más de las maravillas reservadas con exclusividad para aquellos que eligen el camino de la fidelidad. No necesitamos temerle a nada; todo lo que venga a nosotros, tendrá un resultado positivo. No significa que dejaremos de luchar o que nos acomodaremos y aceptaremos los problemas. ¡Mil veces no! Pero tenemos esa seguridad de que, con Dios, incluso lo que era para que saliera mal, saldrá bien. Es eso lo que hemos visto, día tras día.
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No necesitamos temerle a nada, nuestro Dios convierte la maldición en bendición.
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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