La iglesia, aunque sea el Cuerpo de Cristo, no está excluida de enfrentar problemas como cualquier otra institución mundana. Esos problemas son consecuencia de personas que aún no nacieron del Espíritu Santo, y sí de la carne. Por esa razón tenemos falsos pastores, falsos cristianos – resultando de eso falsas iglesias. De esta forma, la maldad, la injusticia, la idolatría, la falta de amor y todo tipo de carnalidad que existe, han aumentado dentro de la iglesia.
Todo eso porque las personas que nacen de la carne son carne, y la única forma que ellas tienen de actuar es por la carne. Todo lo que hagan lo harán en función de satisfacer el deseo de la carne. Son incapaces de vivir conforme con el Espíritu Santo.
El apóstol Pablo, sin embargo, al escribir a la iglesia de los Gálatas, registra que aquellas personas que andan en el Espíritu jamás irán satisfacer las pasiones de la carne, pues el Espíritu Santo siempre estará en oposición a la carne.
El Espíritu lucha contra la carne porque son opuestos entre sí. Al hablar de la carne, Pablo está hablando sobre el deseo, las pasiones del ser humano, la voluntad de ir en contra los preceptos de Dios. La propia naturaleza humana, la de buscar primero las cosas de la carne.
Quien es nacido del Espíritu, es Espíritu y vive del Espíritu, y quien vive del Espíritu no satisface los deseo de la carne; por lo contrario, el mortifica su carne, sepulta sus pasiones por el bautismo. Mantiene enterrado su propio deseo maligno.
El hombre, siendo un ser carnal, tiende a desear las cosas de la carne y a vivir como si estas construyesen su nivel de vida. Sin embargo, no puede vivir guiado por la carne, pues si el Espíritu Santo va en contra de esas cosas, entonces el cristiano vive para dar frutos.
La carne es nuestro querer. Pero si somos guiados por el Espíritu Santo de Dios, no estamos sobre el dominio de la carne. Pablo declaró que aquellas personas que viven según la carne no heredaran el reino de Dios.
¿Cómo saber que nacimos del Espíritu Santo?
Nosotros fuimos llamados para la libertad, pero no podemos usar la libertad para dar ocasión a la carne, pues los nacidos del Espíritu crucificaron con Jesús la carne con sus pasiones y deseos.
Huir de las pasiones de la carne no es una tarea fácil, exige mucha fuerza de voluntad, mucha dedicación al Señor Jesús, pues solamente con Su ayuda logrará vencer los deseos de la carne.
Por lo tanto, si vivimos en el Espíritu, debemos también andar en el Espíritu.
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