Varios trabajos científicos en todo el mundo han demostrado que los disturbios del sueño pueden contribuir al desarrollo o agravamiento de diversas enfermedades, como obesidad, hipertensión arterial, diabetes mellitus, depresión, ansiedad, aumento del colesterol, alteraciones del humor, deterioro de la memoria, fatiga crónica, síndrome de pánico, accidentes y disminución de la inmunidad, entre otras.
En un estudio realizado por la Universidad de Chicago, en los Estados Unidos, a 11 personas con edades de entre 18 y 27 años se les impidió dormir más de cuatro horas, durante seis días. El efecto fue impresionante: al final de ese tiempo, el funcionamiento del organismo fue comparado al de una persona de 60 años de edad. Y los niveles de insulina disminuyeron, como los de una persona con diabetes.
Por otra parte, en Suecia, investigadores de la Universidad de Uppsala hicieron una revelación más atemorizante. Descubrieron que una noche de sueño mal dormida puede causar daños cerebrales. Los estudiantes dividieron a 15 hombres jóvenes y con buena salud en dos grupos: una parte durmió ocho horas y otra menos tiempo. Entre los que no descansaron el mínimo recomendado fue encontrado un aumento cercano al 20% de dos moléculas presentes en el cerebro: la Enolasa Neuroespecifica (NSE) y la proteína S-100B. El número de esas moléculas aumenta en la sangre siempre que ocurren lesiones cerebrales.
Es necesario estar atento y tener una buena noche de sueño, pues muchos terminan despreciando su descanso necesario por no saber que es justamente en la fase del sueño profundo que el organismo realiza los siguientes trabajos:
– Secreción de la hormona de crecimiento (GH): en la niñez, ella es la responsable por el crecimiento y en el adulto actúa principalmente en la regeneración celular;
– Secreción de insulina, limpieza del organismo, reparación de las células y reposición de la energía en las células;
– Acelera la limpieza de toxinas del cerebro, entre ellas la beta-amiloide, que, acumulativamente, provoca la Enfermedad de Alzheimer;
– Actúa en el aprendizaje y memoria de las células del cerebro;
– Actúa en las células musculares: mejora el desempeño de la célula muscular, manteniendo su tono, evitando la flacidez y asegurando el vigor físico;
– Aumenta la inmunidad del organismo, en sus mecanismos de defensa;
– Actúa en el metabolismo de las grasas y, así, en las enfermedades cardiovasculares, en la hipertensión y en la obesidad.
Ya está más que probado que la larga vida está asociada a la calidad del sueño. Por eso, intente dormir y levantarse más o menos en el mismo horario todos los días. Y evite comer en horarios cercanos al de ir a dormir y alimentos grasosos y dulces; estimulantes, como café, gaseosa, alcohol y cigarrillo; beber mucho líquido antes de ir a dormir y llevar trabajo a la cama.
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