“Hola, obispo. ¿Todo bien?
Mi nombre es Alisson y soy una persona que, lamentablemente, siente atracción por el mismo sexo. No me gusta eso, pero lo siento. Soy de la iglesia hace mucho tiempo, fui bautizado en las aguas, voy a los cultos de liberación y los domingos por la mañana. Pero no logro liberarme de esta tentación maligna, que me asola todos los días. Pienso en pornografía todo el tiempo, incluso cuando estoy en la iglesia buscando a Dios. Es horrible. Quiero liberarme de esto, tengo 29 años y aún no me casé a causa de este sentimiento. Por favor, deme una orientación divina, pues no quiero perder mi salvación a causa de esta abominación. Aguardo su respuesta. Gracias.”
Respuesta
Amigo, el hecho de estar en la Universal hace años, de haber pasado por las aguas – pues no sucedió el bautismo – y de frecuentar los cultos, no significa que su vida está en las manos de Dios y, verdaderamente, aún no lo está. Eso queda muy claro, una vez que usted mismo afirma que aún no está liberado y que piensa en pornografía todo el tiempo.
Mire, mi amigo, Dios no puede cambiar su vida, si usted no demuestra arrepentimiento de la vida pasada y pasa a vivir una vida nueva, según la voluntad de Dios. Esta actitud tiene que ser tomada única y exclusivamente por usted. Frecuentar las reuniones, orar, leer la Biblia, ayunar son acciones muy buenas, pero mientras no pone en práctica lo que aprendió con la Palabra de Dios, nada va a cambiar.
Además de eso, es necesario que usted cambie algunos hábitos. Por ejemplo, antes de frecuentar la Universal, quizás nunca hubiera leído la Biblia, entre otras cosas, y hoy en día está haciendo todo eso, pero aún no tomó la decisión de abandonar el vicio y la práctica pecaminosa que lo está llevando al abismo y a la pérdida de su salvación. Por eso, le afirmo que no hubo un bautismo, porque no sucedió aún el arrepentimiento sincero de su parte, para que Dios, entonces, pueda liberarlo y hacer una transformación total en su vida.
¡Despiértese mientras hay tiempo, muchacho! No permita que el diablo destruya su vida. Tome la decisión de sacrificar su carne, su voluntad, porque la vida que usted ha llevado solo le ha traído infelicidad. Si quiere apegarse a Dios, de toda su alma, Él le dará fuerzas para vencer ese mal que lo domina.
El apóstol Pablo dijo: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13).
Que Dios le dé una dirección y fuerzas para poner en práctica Su voluntad, en el nombre del Señor Jesús.