De acuerdo al último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el virus del Ébola sigue sin control. La enfermedad, que tuvo su brote en marzo de este año, ya le costó la vida a más de 3000 personas en África Occidental.
Además, ya hay más de 6500 casos detectados y los pronósticos distan de ser alentadores. Según la OMS, podrían superar los 20 000 en cuestión de semanas si no se refuerzan de inmediato las medidas para controlar la epidemia.
Los países más afectados son Liberia, Guinea y Sierra Leona, cuyos gobiernos tomaron las medidas más drásticas, como cerrar fronteras o declarar la cuarentena en provincias enteras, sin embargo, estas acciones no parecen estar funcionando.
El principal problema es la precariedad de los sistemas sanitarios. No hay médicos, enfermeras ni equipos, por lo que la epidemia no tiene quien la combata directamente.
Lo que empeora el cuadro es el estigma social. Numerosas familias no informan la muerte de sus seres queridos por miedo a ser marginados, por eso, cuando mueren, los entierran rápidamente sin dar aviso a las autoridades, lo que los pone en riesgo por manipular el cuerpo infectado.
El mayor temor es que se produzca una catástrofe humanitaria en el norte africano, con su consiguiente riesgo global. Datos de la ONU afirman que por día mueren 200 personas, de las cuales dos tercios son mujeres.
Mientras tanto, siguen las pruebas de las vacunas en desarrollo. De ser efectivas, recién llegarían al público a gran escala a inicios de 2015.
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